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jueves, 31 de marzo de 2011

Who is who in the cast



Sutton Foster

Entre las "leading ladies" del Broadway de los años dorados ha habido heroínas, vampiresas, cómicas, clowns, hembras con agallas, chicas buenas, malas malísimas... Algunas veces todas juntas en una misma. Y encima cantando, bailando y actuando a prueba de críticos del New York Times. Por eso es tan dificil llegar a conseguirlo, por eso hay tantas actrices y tan pocas estrellas (lo uno no resta valor a lo otro, pero es...diferente, otra cosa). Se las suele llamar "divas", pero acércate al Stage door después de una función -siete a la semana y dos matinees- y las verás con la cara lavada, irreconocibles a veces, amables pero tímidas (el escenario las transfigura), abrumadas por la expectación pero siempre dispuestas a una sonrisa, un autógrafo más o a otra foto con el grupo de teenegers del Pensacola High School. Say cheese!

Sutton Lenore Foster, nacida en Statesboro, Georgia hace unos 35 añitos -hermana de otro actor de prestigio, Hunter Foster- es un ejemplo perfecto de ello. Una auténtica "gypsy", que es como se les solía llamar a los cómicos de siempre, los que se dejan el pellejo y la salud pululando de teatro en teatro sin importarles nada el desarraigo que eso conlleva. Esta muchacha de piernas infinitas -pero que representa a la perfección la imagen de "the girl next door"- ni siquiera pudo terminar sus estudios de interpretación ya que sus profesores se apresuraron a correr la voz de que había un diamante listo para pulir cuanto antes. Y así se enroló en la gira de "The Will Rogers Follies", eclipsando por completo a la actriz que hacía su papel en el estreno (quien era?), luego vinieron la Sandy de Grease, Grace en Annie, Eponine en Les Miserables, hasta que le llegó el papel que la consagró definitivamente, Millie Dillmount en Thoroughly Modern Millie, sirviéndole en bandeja su primer Tony. Luego llegaron Little Women -¿seguro que el personaje de Jo March no fue escrito para ella?- The Drowsy Chaperone, Young Frankenstein -divertidísima en el papel de la enfermera fraulein Inga-, se pintó de verde para hacer de princesa Fiona en Shrek the musical, y ahora está a punto de estrenar una nueva versión de Anythng goes (y van...) sin miedo a que la puedan comparar con sus antecesoras en el papel de Reno Sweeney: Merman, Paige o LuPone, ¿de qué preocuparse?

Para los que piensen que en Broadway ya nada es lo que era, que ya no hay estrellas, solo "celebrities" calentando tablas para animar las taquillas; para los pesimistas que añoran aquellos buenos tiempos, un par de muestras de talento fresco y versatilidad ilimitada. Un número de la impagable Thoroughly Modern Millie (la versión musical de la película de Julie Andrews) en la que canta -y baila!- con despecho y mucha gracia "Forget about the boy". Y luego el plato fuerte, un ensayo sin vestuario ni decorados del tema principal de Anything goes de Cole Porter, de hace más o menos un mes, con asistencia de reporteros. En el cast la acompaña, entre otros, un incombustible Joel Grey, para rematar. A pesar de que el cuerpo de baile no es de este mundo, no podrás quitarle los ojos de encima. Por eso y no por otra cosa, la llamamos estrella.
Sencillamente "astonishing" (como el título de una canción que interpreta en Little Women) que quiere decir algo así como que te quedas pegado a la butaca, aunque al salir del teatro sientas deseos irrefrenables de recorrer la cuidad al ritmo sincopado del claqué.  Ojalá supiéramos...
¿A alguien le sobra un billete a Nueva York?

    



jueves, 24 de marzo de 2011

Standing ovation



Defying gravity 

Somewhere over the rainbow... Mucho antes de que la inocente Dorothy empujara la puerta en blanco y negro al fabuloso y colorista mundo de Oz, mucho antes de que su casa volara dentro del huracán para caer en una tierra ignota y lejana... (we´re not in Kansas anymore!!) arranca esta fábula que nos lleva al origen de todo, a la vida y hazañas de Glinda, la bruja buena del norte, y Elphaba, la malvada bruja del oeste.
Pero lo mejor que nos cuenta Wicked (Malvada) es que nada es en realidad lo que parece. Nadie es como es porque sí. Ya desde su nacimiento (it´s a boy? it´s a girl? it´s...green!!!) las circunstancias fueron forzando a una de las dos a adoptar el papel de perversa mientras que la otra se fue encumbrando como el modelo a seguir por todos, doña perfecta, la chica más popular del instituto... en realidad una arribista de tomo y lomo. Suele suceder en la vida real ¿no?
Este musical -basado en la novela de Gregory Maguire y estrenado en el 2003 en el Gershwin Theatre de Nueva York- retrocede en el tiempo para mostrarnos a las dos adolescentes obligadas a compartir cuarto en Shiz -college de brujería- y a llevarse bien, muy a pesar de sus diferencias. Glinda (interpretada por Kristin Chenoweth) es la pija, cursi y "superpopular" mentora de su "roomate", siempre vestida en tonos pastel; y Elphaba (Idina Menzel) la pobre niña "rara" desde el color de su piel -verde esmeralda- hasta sus oscuros orígenes -y oscuro atuendo- y su tullida y triste hermana (la futura bruja mala del este). Con el tiempo se irán tomando cariño hasta convertirse en las mejores amigas, aunque pronto se verán forzadas a tomar decisiones que cambiarán dramáticamente sus vidas, empujadas por el amor, la culpa, la ambición, el miedo y...por los engaños y estrategias del falsario mago de Oz, nada más y nada menos que el mismísimo Joel Grey.
Si esta apasionante historia la aliñamos con una poderosa partitura de Stephen Schwartz (Godspell, Pippin, The Prince of Egypt...), libreto de Winnie Holzman y dirección de Joe Mantello, y unos decorados y puesta en escena de auténtico infarto, nos da como resultado uno de los últimos grandes éxitos de Broadway y una demostración de que en el mundo del musical aún no está todo dicho, todavía se pueden contar historias que atrapan y atraen masas de espectadores. 
Por todo ello, nuestra primera "Standing ovation" (ovación en pie) se la dedicamos a este tour de force total que aún se puede disfrutar en Broadway, Londres y, quién sabe, a lo mejor algún día en Madrid. 
Esta semana el Stage door se tiñe de verde para adentrarnos sin reservas en la fantasía sin prejuicios, para ser niños otra vez y creer en las brujas (ni tan malas ni tan buenas) sobrevolando la Ciudad Esmeralda con nuestra imaginación en un auténtico desafío a la gravedad.
Abróchense los cinturones!










jueves, 17 de marzo de 2011

Music & lyrics

Stephen Sondheim...de rodillas



Para que un musical funcione debe contar con una buena historia o argumento, un buen libreto, una buena escenografía, coreografía, actuaciones…pero hay algo que se pone por delante de todo: la música, las canciones. Al contrario que en el cine, el director o el productor no suelen ser considerados aquí los “autores” de la obra, lugar que se reserva para los compositores, músicos y letristas.  A veces puede resultar injusto, pero así es. George Gershwin, Irving Berlin, Rodgers, Hammerstein, Cole Porter, Lloyd Webber… siempre fueron considerados los “padres” de sus obras, y sus nombres aparecen por encima incluso del título del musical. Las canciones son el alma, el nervio, el hilo que enlaza la trama y le confiere entidad, romanticismo, comicidad o dramatismo.
Podríamos -y lo haremos- hablar de muchos de ellos para comenzar esta sección de privilegio, pero no tengo más remedio que empezar rindiendo homenaje a alguien muy especial para mí y seguro que para la mayoría de los amantes del musical de calidad, tal vez el mejor escritor de canciones que ha dado un siglo de tradición musical americana, Stephen Sondheim.
Company, Sweeney Todd, A little night music, Follies, Sunday in the park with George, Into the Woods, Passion… están dotados de una fuerza expresiva por lo que son como narraciones, pero sobre todo por la fuerza que imprimen sus melodías y sus versos, imposibles de disociar de la historia que cuentan. Las letras (a veces de una complejidad endemoniada) y la música, siempre balanceándose entre el sentimiento más hondo y el ingenio más agudo, se ponen muy por encima de la media con su dificultad, muchas veces poco accesible para un público más dado a entretenimientos sin esfuerzos.  ¿El autor “intelectual” de Broadway? Bueno, también ha sacado adelante las letras de West Side Story o Gypsy, o piezas tan populares e hilarantes como “A funny thing happened on the way to the forum”, ejemplos del mejor teatro comercial en décadas. Vamos, lo que se llama “tocar todos los palos” y hacerlo con absoluta maestría.  
Me ha costado mucho decidirme por un par de retazos de su obra para ponerlos de muestra, pero finalmente me he dejado llevar por el instinto y he seleccionado un hermoso acto de derrota y desencanto, el “Send in the clowns” de A little night music (cantado por Bernadette Peters, una de sus musas de siempre) en la última producción que se estrenó el pasado año. A continuación un “momentazo” de cinismo, ironía, rabia y frustración desesperada de alguien que viene “muy de vuelta de todo”. Otra vez nuestra habitual Patti Lupone cantando “The ladies who lunch” (de Company) en el homenaje celebrado por su reciente 80 cumpleaños. Si os fijáis lo veréis emocionado entre el público de la sala.
Parafraseando a mis queridos Concha Barral y José María Pou en su magnífico y añorado programa “La calle 42”, cuando hablamos del Señor Sondheim no tenemos más que ponernos “de rodillas”, al fin y al cabo ¿no es lo que se hace en presencia de dios?




jueves, 10 de marzo de 2011

Qué fue primero? (de Broadway a Hollywood)






O de Hollywood a Broadway…

Desde el comienzo de la historia del cine, cientos de películas (musicales y no musicales) han encontrado en el teatro su inspiración. En cuanto se estrenaba una nueva obra, y dependiendo de su éxito o fracaso, ya había algún productor pujando por los derechos para trasladarla a un nuevo formato. Ideas, argumentos e historias que rápidamente volaban de costa a costa (del este, en Nueva York, al oeste, California). Así también cientos de dramaturgos, libretistas y músicos tuvieron que hacer con frecuencia la misma travesía, solicitados por los grandes estudios para revisar, adaptar y supervisar las versiones cinematográficas de los éxitos de Broadway. Los Gershwin, Berlin, Porter…pero también los O´Neill, Williams o Miller hacían sus maletas atraídos por suculentos contratos de los grandes estudios.
Pero esta influencia también se ha movido en la dirección opuesta, cuando los productores de Broadway, los que tenían que invertir hasta las pestañas para sacar adelante una pieza, se aseguraban de que antes hubiera triunfado en la pantalla, para luego llevarla –después de pulirla y adaptarla- a los escenarios de la Gran Manzana (y en muchas ocasiones ser otra vez convertidos en nuevas películas…uff, a veces en una espiral sin fin).
De modo que en ocasiones ni siquiera podemos recordar qué fue primero…
Precisamente hoy nos ocupamos de uno de estos casos, el de la adaptación de una película mítica –tal vez una de las mejores comedias de la historia- a un musical nuevo.    
Escrita y dirigida por Billy Wilder, con música de Adoph Deustch e interpretada por Jack Lemmon y Shirley MacLaine, El Apartamento es –al menos para la redacción de este blog- la comedia más hermosa que se ha escrito nunca, con unos diálogos impagables, una fotografía impecable y una historia de amor entre perdedores que define a la perfección el significado del térnimo 
“agridulce”. En resumen: superb!
Y entonces ¿quién se atreve a tocar este material? ¿Qué valor hay que tener para convertir su chispa y su melancolía en una pieza musical?  En 1968 –ocho años después del estreno de la cinta- con libreto de Neil Simon, letras de Hal David y música de Burt Bacharach (no es mal trío, no) abrió en Broadway
“Promises, promises”, con tal éxito que consiguió lo que no muchas adaptaciones logran, despegarse del original y hallar una vida propia, una propia personalidad.
Con una estética cincuentera a lo “Mad Men”, unos protagonistas de excepción como Kristin Chenoweth o Sean Hayes, excelentes coreografías, escenografía, vestuario…se reestrenó el año pasado en Nueva York, y para los que tuvimos el privilegio de comprobarlo in situ, la obra aún permanece fresca, alegre, triste, divertida, romántica y lo más importante…original,  a pesar de haberse atrevido a "profanar" una absoluta obra maestra.

IMPORTANTE: subir el volumen de los videos de muestra, merece la pena!        









jueves, 3 de marzo de 2011

That´s dancing!


 (Bailarines y coreógrafos)




Bob Fosse (Life is a cabaret, old chum)

Caminando hacia un teatro de Washington D.C. donde daban los últimos retoques a la reposición de Sweet Charity, pendiente de la reunión del día siguiente para la producción de la película Chicago, pensando en revisar -una vez más- los movimientos de un par de números del musical, dar nuevas indicaciones a la nueva protagonista de la gira (Donna McKechnie sustituía a su musa y compañera, Gwen Verdon) y tratando de no llegar tarde -una de sus muchas obsesiones- las arterias de Robert Louis Fosse (Chicago, 1927) decidieron que ya habían tenido demasiadas prisas, nervios, cigarrillos, comida rápida, alcohol, anfetaminas, insomnio y sexo, mucho sexo, mucho de todo. Cayó en mitad de la acera cuando aún tenía tantos planes por realizar... tanta vida, también demasiada. Corría septiembre de 1987, y con sesenta años aún era un niño caprichoso e inconformista, perfeccionista hasta la médula, canalla hasta decir basta... como sus coreografías imposibles e improbables. 
Su carrera comenzó en el mundo del vodevil en los años 40, como joven bailarín de claqué, obsesionado con parecerse a Fred Astaire, su principal referente. De compañía en compañía recaló en Broadway, comenzando a introducir sus propias evoluciones, su estilo personalísimo hasta que tuvo la oportunidad de coreografiar sus primeros shows. Y llegó el cine, My Sister Eileen, Kiss me Kate, The Pajama Game etc, fueron las oportunidades no solo de bailar sino de dirigir las escenas de baile en las que participaba. Hasta que se convirtió en director con la magnífica Sweet Charity, un bautizo de auténtico lujo. A estas alturas no vamos a descubrir Cabaret (según Stage door la mejor película musical de todos los tiempos, lo siento) ni Lenny, ni All that Jazz (la segunda mejor) ¿qué no la has visto? Entonces ¿qué haces perdiendo el tiempo con este blog? corre!
Lástima que se fue justo cuando emprendía el proyecto de su siguiente película musical (en el teatro triunfó con Damn Yankees, Pippin, Dancin´, Chicago...) la que no se realizó hasta casi veinte años después de su muerte (finalmente dirigida por Rob Marshall) y que, aún siendo un gran trabajo, no se acerca ni de lejos a lo que él hubiera hecho con semejante material. Estamos hablando de Chicago, un musical que ahora triunfa en su reposición en Broadway pero que él concibió hace unos 30 años, cuando resultaba algo incomprendido, demasiado adelantado a su tiempo, demasiado sucio, sexual y anárquico. Como todos los grandes artistas, él siempre iba muy por delante de todo lo demás, siempre con prisa.
No digo más, os dejo con dos videos, uno de su primera coreografía para Hollywood, Kiss me Kate (donde lo vemos bailando junto a Carol Haney),  y el otro de "Fosse" el musical-homenaje que triunfó hace unos años en Broadway gracias al empeño de sus dos mejores bailarinas, musas, amantes y compañeras de viaje, Ann Reinking y Gwen Verdon.
Lo cómico, lo dramático, la gracia, ironía, sensualidad, la ambiguedad, el morbo, el éxito, el fracaso, la vida y...la muerte, residen en cada uno de sus movimientos. Pasen y vean!   
      


Recomendamos una excelente biografía, y mucho más que eso :
"Bob Fosse. Vida y muerte"  Martin Gottfried (Ed.Alba)