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jueves, 27 de octubre de 2011

What´s about?



Santa Evita

Una santa, una mártir, una estrella, una bruja...una mujer.
A menudo los musicales nos ofrecen tramas inventadas o imaginadas, sacadas del argumento de una película de éxito o de la inspiración de un autor. Pero son muchas las veces en que la realidad pura y dura se cuela en las páginas de los libretos. La Historia, con mayúsculas y los que la hicieron.
Desde Jesucristo hasta Hítler, pasando por Juana de Arco, Mozart, el Che Guevara, Pipino el Breve o Carlomagno, todos han acabado pasando desde las páginas de gruesos libros y periódicos hasta las candilejas de un escenario. Y no solo los personajes, también los acontecimientos protagonizados por el ser humano. ¿Qué tienen en común Cabaret y Los Miserables? A primera vista parece que no mucho, pero ambas obras desarrollan intensas historias de personajes envueltos en la locura de su tiempo, supervivientes de unas circunstancias políticas y sociales que marcarán sus vidas para siempre. Bueno, también les une que las dos reventaron las taquillas en sus respectivos estrenos. ¿Por qué? Por la música, los espectaculares montajes... pero sobre todo por lo que cuentan. A veces la historia -y lo digo por experiencia propia- entra mucho mejor con un poco de música. 
Eva Duarte. ¿Quién le habría dicho a esa muchacha de barrio (Los Toldos, Buenos Aires) que se convertiría en la protagonista de uno de los musicales más vistos de la historia? Bueno, también le habría sorprendido saber que llegaría a primera dama de su país. Tal vez le chocaría menos lo primero, ya que más que política o mandataria, lo que siempre quiso Evita fue ser actriz. Triunfar en Hollywood. ¿Y quien no?
No vamos a contar aquí su llegada a la gran ciudad, su rápida escalada hasta el poder -recorriendo camas antes de entrar en los despachos- o cómo se convirtió en mito, en la "gran esperanza rubia" que necesitaba un pueblo estancado y sin ilusiones. Cómo manejó a los políticos y sedujo a los modistos y joyeros, como fue su fulgurante ascenso y su aparatosa caída. Se supone que los mártires deben morir jóvenes ¿no? figura en su contrato.
De lo que sí vamos a hablar es de como, allá por los años cincuenta, este personaje mediático dio título a la novela de Mary Main "Evita, the woman with the whip" (Evita, la mujer del látigo), que veinte años después inspiró a Tim Rice a escribir un libreto para un musical que comprondría su colega Andrew Lloyd Webber.
Los autores estaban a punto de meterse en la producción de una obra musical sobre Peter Pan, cuando oyeron un serial de radio que les encendió la mecha del interés por esta extraordinaria mujer. Este programa, junto con telefilm llamado "Queen of hearts" consiguió que se plantearan en serio en la idea de hacer una "ópera rock" -como ya habían hecho años antes con la historia sagrada en Jesus Christ Superstar- basada en diversas fuentes documentales, pero sobre todo en el mito que revolucionó a su país y al mundo. La "Superstar" nacida de la nada y su supersónico viaje a la posteridad.
A Rice y Webber estuvieron a punto de matarles los fanáticos peronistas, pero también recibieron duras críticas -y amenazas- de los detractores de esta amiga de los fascistas. Pero por encima de todo, la auténtica guerra la protagonizaron las actrices. Todas querían ser Evita, y bueno, muchas lo fueron (desde Elaine Paige hasta Nacha Guevara, pasando por Faye Dunaway y Madonna en el cine y Paloma San Basilio en la producción española), pero la que consiguió llevarse el gato, o mejor dicho, la fiera a casa, fue una actriz de temperamento y voz endemoniadas, una de las pocas que podía atreverse a mirar cara a cara a este personaje. Nos referimos a Patti LuPone. Una chica de veinticinco años que acababa de empezar en el mundo del espectáculo y fue asaltada por una obra que casi la vuelve literalmente loca, que cambió su vida y la convirtió en estrella, en diva. En sus memorias cuenta que aún no sabe cómo sobrevivió a este show, a sus canciones -en una tesitura imposible que casi la deja muda- y al revuelo que produjo, para el que aún no estaba preparada. Pero la función se convirtió en un éxito apabulante y los autores y los actores (también Mandy Patinkin haciendo de un imposible Che narrador de la historia) ganaron todos los Tonys del año 1980 y el tema Don´t cry for me Argentina se convirtió en la canción más popular de la historia del teatro musical. Y no es de extrañar, Evita estaba detrás de todo este éxito y jamás habría permitido que la historia de su vida hubiera pasado inadvertida. Amada y odiada, admirada y denostada -profanada y canonizada - su memoria quedó para siempre escrita con letra y música. 














jueves, 20 de octubre de 2011

Hits/Flops




Look to the rainbow

Una de las películas menos conocidas de Francis Ford Coppola, de hecho su primera película, se basa en este musical estrenado en 1947 con gran éxito. Aquí se llamó "El Valle del Arcoiris" y Fred Astaire, Petula Clark y Tommy Steele eran los protagonistas. Recuerdo que la vi siendo aún muy pequeño, y aunque no entendí del todo el argumento, me fascinó hasta el punto de soñar con vivir en un lugar lleno de magia y aventuras, un  mítico lugar donde los duendes se enamoraban de los mortales y los tesoros aparecían escondidos en bosques fantásticos. How are the things in Glocca Morra?
Cuando se levantó el telón por primera vez, hace más de sesenta años, el público tampoco entendió demasiado bien de qué iba la obra (leyendas irlandesas en los bosques de la américa profunda, hadas y sherifs bailando a ritmo de danzas folclóricas y jazz...), sin embargo sus increíbles melodías llegaron a hacerse tan populares que muy pronto alcanzaron los primeros puestos en los rankings de los discos más vendidos. Frank Sinatra fue una vez más el responsable del éxito de un musical estando a muchos kilómetros del teatro donde se representaba. Look to the rainbow, Old devil moon, Necessity... Una vez más la música logró salvar una historia que necesitaba desesperadamente de su ayuda.
Aunque la historia en sí es tan original  como divertida y romántica. A ver si la puedo explicar. Finian, un irlandés de mediana edad, huye con su hija desde su tierra natal hacia los Estados Unidos, a un pueblo llamado Rainbow Valley, en el mítico estado de Missitucky (nombre que resulta de la mezcla de Mississippi y Kentucky) con la intención de enterrar una olla de oro en un oculto y sombrío bosque. Según la leyenda, en ese remoto lugar el oro se multiplicará y crecerá haciéndole rico a él y a los habitantes de la pobre aldea axfisiada por las deudas. Sin ellos saberlo, desde que comenzó su periplo les persigue un duende llamado Og -un "leprechaun" de la mitología irlandesa- que tendrá que recuperar la mágica olla para así evitar volverse humano para siempre. La trama se complica con la presencia de un senador corrupto y clasista con intereses especulativos en el pueblo. La pobreza y la ambición, la avaricia, el racismo y finalmente, claro, el amor, nos llevarán a un apoteósico "happy ending" en el que el duende se dará cuenta -gracias a una hermosa bailarina- de que no se está tan mal siendo humano, y el pícaro Finian pondrá rumbo a nuevas aventuras dejando atrás a su hija, que se quedará en la aldea feliz junto al hombre que ama. Uno de esos finales perfectos, felices pero melancólicos al mismo tiempo.
Y entonces ¿por qué no funcionó en la última -y espléndida- reposición que se hizo en el año 2009? ¿Por qué fuimos tantos los que nos quedamos con las ganas de disfrutar de las maravillosas canciones de Burton Lane y las voces de Kate Baldwin y Chellenne Jackson?  Ya sabemos que no existe la fórmula infalible que asegure el éxito de un proyecto, y menos en los tiempos que corren, en los que ni el "word of mouth" fue capaz de salvar una función que prometía prolongarse durante años y tuvo que cerrar a escasos meses de su estreno.  A pesar de haber sido eliminada precipitadamente de la cartelera, esta colorista y espléndida producción fue nominada a un Tony al mejor revival así como a la mejor actriz de musical (Kate Baldwin, en el papel de Sharon, la hija de Finian).
Unas semanas después de cancelar la función, en el St. James Theatre comenzó la carrera de una obra diametralmente distinta, American Idiot (irónico ¿no?), un musical punk-rock del grupo Green Day que ha estado en cartel hasta hace pocos meses. Los tiempos cambian aunque los nostálgicos del musical clásico nos neguemos a aceptarlo...
¿Tendremos la oportunidad de disfrutar alguna otra vez de esta obra? ¿Quién sabe? En cualquier caso ahí está la preciosa película de Coppola para soñar con un mundo de hadas y mortales, de fantasía y realidad que se encuentra escondido en lo más profundo de nuestra imaginación, en ese bosque encantado que hay al fondo a la derecha, más allá del arcoiris.







 


jueves, 13 de octubre de 2011

TKTS



Otoño en Nueva York

De acuerdo, y en Madrid, y en Londres... Llega el otoño y comienza la estación -prometo no mencionar las hojas secas- de los estrenos a lo grande. Y este año parece que viene lluvioso. No sabremos donde acudir.
En Londres comienza a refrescar mientras en Leicester Sq. la cartelería se renueva un año más. Aún puedes comprar entradas -a mal precio- para ver Wicked, Billy Elliot, Priscilla o Chicago. Y también sigue en cartel (¿quién lo habría dicho años atrás?) el último delirio de Sir Andrew Lloyd Webber, la segunda parte de Phantom of the Opera titulada Love Never Dies. Por extraño que parezca, y por lo poco que conozco de esta obra, tiene toda la pinta de sorprender incluso más que la primera parte. Desde luego la música y los cantantes están a la altura de su precedente (adjunto documento gráfico). En el Novello Theatre, en pleno corazón del West End, están comenzando las previas del revival de un musical que para el que escribe significó mucho en su día, Crazy for you. Se trata de un refrito (de lujo, eso sí) de los más populares temas de George/Ira Gershwin hilados con un argumento basado en la obra que lanzó a la mismísima Ethel Merman, Girl Crazy. Cuando allá por el 93 tuve la suerte de verlo en el Shubert Theatre de NY, puedo afirmar sin exageraciones, que cambió mi vida. Literalmente. Who could ask for anything more?

El Rey León es el estreno fuerte de la temporada madrileña. Hacía años que estaban negociando la franquicia española de este "smash" de Disney y por fin -y tras un proceso de selección de actores interminable- está a punto de estrenarse en el Lope de Vega. Promete espectáculo. El concepto escénico de Julie Taymor -el original de Broadway adaptado a este teatro algo más pequeño- va a dejar a muchos con la boca abierta. Si además te gusta la historia y la música de Elton John, corre a por las entradas.
No creo que tengas que correr tanto para conseguir las de Shrek, el musical, otro montaje de Broadway que aterriza en Madrid. ¿Por qué? no sé, pero ¿a quién se le ocurre importar precisamente uno de los fracasos más sonados de las últimas temporadas de Nueva York? Si tenemos paciencia igual nos traen en unos años a Spiderman...  También viene la versión española de Hair, estrenada hace un año en Barcelona en medio de una absurda polémica por la ley antitabaco. Hoy escandaliza ver actores fumando en Hair. En los años setenta escandalizaba verlos en pelotas. Da que pensar ¿no? Hablando de tabaco, el musical sobre Sabina es otra de las novedades de la capital ¿habrá que verlo?

Pero vamos a lo que de verdad importa. ¡Como viene la temporada neoyorkina my god! ¿crisis? ¿what crisis?
A Follies, que se estrenó este verano, le siguen On a Clear Day You Can See Forever con Harry Connick Jr. de protagonista (papel que hizo Yves Montand en la película con Barbra Streisand) en su primer revival desde que se estrenara hace más de cuarenta años. Audra McDonald regresa a Broadway con una nueva producción del mítico Porgy and Bess de los Gershwin. Godspell se actualiza con la ayuda de Hunter Parrish (Spring Awakening), Ana Maria Pérez de Tagle (Hanna Montana) y Telly Leung (Glee). Bonnie and Clyde 
se convierte en musical con paritura de Frank Wildhorn (Jekyll and Hyde, Wonderland) y parece tener muy buena pinta.
Pero los platos fuertes de la temporada estarán servidos por auténticas estrellas de Broadway -y de Hollywood- como Patti LuPone y Mandy Patinkin que montan juntos un recital con temas de Sondheim, Richard Rogers o Tom Jobim durante un par de meses. También con una duración limitada se anuncia el regreso al musical de Hugh Jackman en un esperadísimo "one man show" titulado "Back to Broadway". Si consigues no perder el conocimiento en medio del patio de butacas del Broadhurst Theatre -y creo que sé por quien lo digo- el evento promete ser un regalo en todos los sentidos.
En fin, no lo pienses más. Vende las alhajas que te queden, empeña la plata, aprende a tocar el acordeón, mete mucho en la lotería... pero por nada del mundo te vayas a perder este otoño en Nueva York. Bueno, o en Londres o en Madrid si no hay más remedio...













jueves, 6 de octubre de 2011

Play it again



A house is not a home

Una silla seguirá siendo una silla aunque no haya nadie sentado en ella. Pero una silla no es una casa, ni una casa es un hogar hasta que no hay alguien esperando para abrazarte y darte un beso de buenas noches.
Estas palabras - que desde luego suenan mucho mejor en su lengua original- no pertenecen al autor del blog, sino a una canción escrita allá por los sesenta y tantos por dos genios de la música popular americana, Burt Bacharach y Hal David. Música y letra. Desde el aceite y el vinagre -o la ginebra y la tónica- el ser humano jamás inventó una mejor conbinación.
Las canciones de Bacharach tienen la capacidad de llevarte de la mano a los lugares a los que con frecuencia nos resistimos a entrar, los de los sentimientos, la ternura, las emociones, la sensibilidad y el romanticismo con mayúsculas. Llámalo sensiblería ¿qué más da? Por mucho que hayan criticado estos temas y los hayan tachado de fáciles o comerciales, el tiempo sigue conservándolos frescos y jóvenes mientras los que los criticaban ya hace años que pasaron de largo. ¿O no?
Esta pequeña e inocente canción, que como muchas otras habla del amor en una de sus múltiples variantes, fue grabada por primera vez por Dionne Warwick en 1964, y aunque no fue precisamente un éxito al instante, se ha llegado a convertir en uno de los temas más versionados de sus autores, un "standard" imprescindible para los mejores vocalistas del mundo.
El año pasado fue incorporada a la partitura del revival de un musical llamado Promises, Promises que no es sino la versión de Broadway de la mítica película de Billy Wilder El Apartamento. En el repertorio original de esta obra figuraban temas tan célebres como I´ll never fall in love again o Whoever you are, auténticas joyas perfectamente hiladas con el argumento dramático de la trama, pero tal vez para asegurar el éxito del nuevo montaje -como si no hubieran bastado las presencias de Kristin Chenoweth y Sean Hayes- añadieron dos indiscutibles hits de sus autores como I say a little pray for you y el tema que hoy nos ocupa.
Y la verdad es que las dos nuevas incorporaciones empastan perfectamente en la acción. Cuando la protagonista, Fran Kubelik (interpretada por Shirley McLaine en la película) se queda sola en el despacho de su jefe/amante y se plantea regresar a casa tras una alocada fiesta de navidad, se da cuenta de que nadie la está esperando allí, que lo que va a encontrar es un apartamento vacío y solitario. ¿Se te ocurre mejor pretexto -nunca mejor dicho- para insertar un tema que describa ese estado de indefensión y abandono?
Con esta preciosa balada inauguramos una nueva sección para la segunda temporada de Stage door. Una sección en la que las canciones -principio y fin del teatro musical- tendrán el protagonismo que merecen. Canciones que nacieron para contar historias entre cajas y que en muchos casos consiguieron una vida propia, lejos de las bambalinas y los decorados de cartón piedra.
Y hoy traemos, además de la cantante que lo interpretó el el teatro, a la "diosa blanca" y la "diosa negra" de la música popular del último siglo. Barbra Streisand y Ella Fitgerald son, entre otros muchos, dos de las cantantes que hicieron suya esta canción, que no será una canción de verdad hasta no ser escuchada por alguien como tú. Igual que este blog no es un blog hasta que lo abres y lo miras.