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jueves, 17 de noviembre de 2011

That´s dancing!

File:Ann Reinking by Jack Mitchell.jpg


Ann Reinking (raisin the roof)

Desde que Cyd Charisse colara el bombín de Gene Kelly en la punta de su zapato, nunca hubo piernas más infinitas en el mundo del showbiz. No sólo sus piernas, sus brazos, sus manos, su pelvis próxima al descoyunte... siempre hasta el límite. Cuando Annie se pone a bailar corta en dos el aire con su cuerpo, también tu respiración.
Esta esbelta amazona nacida en Seattle -de belleza altiva y ojos marinos-siempre quiso ser bailarina, y llegó a ser mucho más que eso. Su formación en ballet clásico es evidente en sus elegantes movimientos, de hecho hizo intentos de conducir su carrera hacia esta modalidad antes de que esa larguísima diagonal se cruzara en su camino. En Broadway empezó como "chorus girl" en distintas producciones sesenteras. Coco (el biopic sobre Chanel protagonizado por Katharine Hepburn) le dio la oportunidad de exhibir su estilazo como modelo de altísima costura. Su estructura ósea y su aire distinguido pedían a gritos una bajada por la famosa escalera de la Rue Cambon.
Pero fue en Pippin (una versión muy hippy de la historia de Carlomagno y su hijo Pipino, mira hasta dónde puede llegar el musical...) cuando se dio la confluencia de tres astros sin los que la historia del show business nunca habría sido la misma. Bob Fosse y Ven Vereen, director y protagonista del show, unieron sus vidas a la de esta chica del coro que muy pronto dejó de serlo. No sabemos exactamente cuando se enamoró el genio de su musa (su musa post Gwen Verdon), pero podemos aventurarnos a pensar que fue en el preciso instante en que la vio bailar. Se enredaron en una relación sentimental que dio mucho de sí. Dancin´ es muestra de ello, una "revue" musical montada a mayor gloria del tándem Fosse/Reinking. Corría el año 78 cuando se estrenó este catálogo vivo de coreografías del maestro. El mismo en que la joven bailarina de Seattle se convirtió en estrella.
Al año siguiente llegó el cine. Y no hubo una puerta más grande por la que entrar que el testamento apresurado que Fosse firmó -y filmó- con All That Jazz. Lejanamente inspirada en Fellini ocho y medio, esta obra maestra excesiva y decadente le dio la oportunidad de medirse como bailarina, cantante y también como excelente actriz. Roy Scheider era el "alter ego" del director, y ella hizo algo así como su propio personaje, la amante cansada de esperar a que el genio le regalara un poco de su tiempo entre ensayo y ensayo, entre cama y cama. A pesar de la grandiosidad -y de lo aparatoso- de esta película, cuando Annie aparece en pantalla no puedes quitar los ojos de ella. Es demasiado fuerte...y demasiado sexy.
Más papeles en teatro, sustituta de Gwen Verdon -además de en la alcoba- en Sweet Charity y en Chicago, en la que hizo una Roxie Hart de antología. Pero su pasión por la danza y el espectáculo le pedía más, y el reto siguiente fue convertirse en coreógrafa, estar delante y detrás de los focos al mismo tiempo.
Durante los años ochenta simultaneó la actuación con la dirección en distintos shows, hasta que ya en los 90 se enroló en su proyecto más ambicioso -y exitoso- que fue montar la coreografía del esperadísimo revival de Chicago. Una coreografía "al estilo de Bob Fosse",como figuraba en la publicidad, pero nueva, al igual que el concepto en general del musical, más sofisticado ahora y menos grotesco que en la producción original. Captar el swing de Fosse, esos movimientos sinuosos, provocativos, insinuantes... bailar con los párpados, con las cejas, con el meñique y expresar con partes del cuerpo que nadie soñó que pudiesen expresar algo. Eso es lo que logró Reinking, aparte del éxito del que nunca llegó a disfrutar el montaje inicial.
Y como no tenían una mejor Roxie a mano -Velma Kelly era para Bebe Neuwirth- el productor le pidió que la interpretara ella misma, eso sí, de un modo diferente a como lo hiciera veinte años antes. Y de todo el rosario de actrices que se han metido en los zapatos de la célebre asesina desde el año 95, nadie ha sabido captar mejor el punto canalla del personaje. Su físico aún impecable y su personalísima voz -voz de mil resacas, de vicio, de mucha y mala vida- habían sido diseñados para bordar este papel. The name on everybody´s lips is gonna be...Annie!
To raise the roof es una expresión que significa algo asi como llegar hasta el techo. ¿Con qué? con los brazos, las manos o todo el cuerpo. Así se llama un paso de baile que tal vez no inventó ella, pero que sí hizo famoso. Es la perfecta manifestación de la alegría, el júbilo o la excitación. Es como llegar a volar por los aires. Y eso es exactamente lo que sientes cuando la ves bailando en el escenario.  









jueves, 3 de noviembre de 2011

Qué fue primero?





When you´re an Addams

Si eres un Addams te gustará vivir en las tinieblas, preferirás las espinas a las rosas, las cucarachas al caviar, vivirás para morir, morirás por ver morir, te pincharás para ver tu sangre y querrás más, mucho más...
Si eres un Addams serás...diferente.
Se supone que estamos en noviembre ¿no? El mes de los muertos, y sí, hay musicales que tratan sobre los muertos, o sobre los espíritus. Por ejemplo The Dead, un extraña obra sobre la novela de James Joyce y la película de John Huston, o Road Show, sobre almas que vagan por el purgatorio muy bien acompañadas de la música de Sondheim. Jekyll and Hyde, The Witches of Eastwick, Sweeney Todd... No siempre un musical abre con un prado florido y una novicia dando vueltas cantando sin parar, no, a veces en el teatro se pasa miedo.
Pero también son muchas las obras que se ríen del miedo, o con él. Young Frankenstein sin ir más lejos, al que Mel Brooks pone a bailar claqué vestido con un enorme tuxedo y unas alzas monstruosas -nunca mejor dicho- Little Shop of Horrors, The Rocky Horror Picture Show etc. Pero la estrella indiscutible del Halloween en Nueva York continúa siendo Wicked, una fábula sobre brujas maléficas y magos de mentirijilla de la que ya nos ocupamos hace meses.
Quien crea que este musical viene de una idea original, o ha nacido hace muy poco o vive en una isla desierta, porque estamos hablando de un auténtico bucle de adaptaciones y readaptaciones de medios diferentes desde los años treinta hasta el 2009. Charles Addams inventó los personajes (¿inspirados en su propia familia?) para la tira cómica que salió publicada por primera vez en la revista The New Yorker en el año 1937. Picasso acababa de pintar el Guernica, y España estaba en plena guerra.
Más de veinte años después, y gracias a la popularidad que habían alcanzado sus sketches, se convirtió en una de las series más populares de los años sesenta. La Familia Addams llegó a España y pasó a formar parte de la memoria catódica de los que nacimos por aquellos entonces. Yo recuerdo ver a los mayores riéndose, mientras yo no sabía si ponerme a llorar. Pero la combinación de ironía, terror del clásico, comedia de la de toda la vida y las toneladas de ternura que, aunque parezca mentira, provocaban los personajes del clan, hizo de esta serie un éxito con no muchos precedentes.
En los años setenta fue una serie de dibujos animados de Hanna Barbera, y finalmente en 1993 se produjo la primera de una serie de tres películas de calidad y aceptación irregular. Anjelica Huston y el desaparecido Raúl Juliá eran la pareja protagonista, Morticia y Gómez, los Addams. Una pareja romántica a más no poder, un par de incomprendidos que no perdían el tiempo en pensar en el porqué de su incomprensión.  El famoso tango que se marcan lo dice todo sobre ellos. Podríamos discutir sobre la película, pero no sobre la química entre esta pareja de actores superlativos.
Y por fin recaló en Broadway, como suele suceder. Lo extraño es que no lo hiciera antes, por que la historia y las situaciones ponen en bandeja un montón de ocasiones idóneas para incluir numerazos musicales. Con partitura de Andrew Lippa (The Wild Party, You´re a good man Charlie Brown), esta adaptación ha estado llenando el Lunt-Fontanne Theatre -un viejo, enorme y algo siniestro teatro del viejo Broadway, por cierto- durante dos largos años, que no es poca cosa, considerando las carreras fugaces que tienen la mayoría de las nuevos proyectos. ¿Cuál ha sido el secreto de este éxito? La popularidad de una historia archiconocida, lo espectacular del montaje, las divertidas canciones y estupendas coreografias, sí, pero sobre todo ver a dos monstruos -y nunca mejor dicho una vez más- del escenario como son Nathan Lane y Bebe Neuwirth. Solo por ver a este Gómez y a esta Morticia -que de verdad parecen haber inspirado los personajes originales- merece la pena ver la función. Y los secundarios no se quedan atrás. Carolle Carmello y Terence Mann como los aterrados suegros de la adolescente Wednesday no tienen desperdicio.
Los Addams son lo que se llama una "familia disfuncional", una familia de locos e inadaptados, pero que se demuestran amor constantemente y plantan cara a la buena sociedad sin ningún tipo de complejos. Ese fue el secreto de su éxito desde que nació la saga.  En el fondo es una historia de tolerancia y comprensión, una defensa de la diferencia como valor absoluto y una declaración de derechos de la individualidad personal e intransferible. We are what we are, aunque seamos un poquito freakies...
Miento, el secreto de su éxito es que sigue haciéndonos reir en el siglo XXI igual que lo hacía en el XX. Y nos hace reirnos de lo más difícil, de la muerte.
Just around the corner...