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jueves, 26 de enero de 2012

Who is who in the cast



Audra McDonald (Happy Songs, Happy Birthday)

Haber conseguido seis Tonys con cuarentaypocos años, además de otras tantas nominaciones, premios del  American Theatre Guild, Drama Desk Awards etc... no la convierten en una estrella. Lo que hace que Audra McDonald sea especial es su alma. Ese algo intangible que pone en cada personaje, en cada canción, en cada gesto. Un alma más grande que el mayor escenario en el que pueda poner los pies. Pero para eso no existe un premio, ni falta que hace.
Los padres de esta niña nacida en Berlín en el año 70, se preocuparon mucho cuando un médico les dijo que su hija padecía una severa hiperactividad. Una vez que se mudaron a Fresno, California, la apuntaron a todo tipo de actividades extraescolares -clases de canto y baile entre otras- para ver si así "desfogaba" su extrema inquietud y llegaba exhausta a la noche.  De esa forma descubrieron que tenía un don que no podían esconder, había que dejar que el mundo la oyera cantar. Así fue compaginando sus estudios con diversos cursos de arte dramático y canto hasta que cayó en las manos de Ellen Faull, uno de los pilares de la Juilliard School. Guiada por la reputada soprano, McDonald encaminó sus pasos hacia el mundo de la ópera, pero fue su pasión por la actuación la que la entretuvo por los teatros de Broadway. A pesar de que su carta de presentación era una excelente tesitura para la música clásica, no tardó en ser reconocida como una actriz capaz de sacar adelante personajes con o sin canciones que cantar.
The Secret Garden (1993) le ofreció su primer papel de importancia, y al año siguiente ya la teníamos recogiendo su primer Tony a la mejor actriz secundaria por Carousel. Master Class, A Raising in the Sun o Henry IV demostraron su fuerza como actriz dramática en obras no musicales, reportándole más y más reconocimiento. Y mientras tanto se paseaba por series de televisión como Law and Order, Sin cita previa (Private practice) o Anatomía de Grey. Triste pero cierto: siendo sus trabajos menos agradecidos, son los que le han dado verdadera fama (son muchos los que solo la reconocen como "la negrita de Grey"). Ya se sabe, la tele es la tele.
Pero donde este animal de escenario se transforma, donde la intérprete con mayúsculas se crece y brilla es en el teatro. En Ragtime, el excelente musical sobre la obra de Doctorow, hacía el papel de Sarah, la madre desvalida que lucha por dar un mundo mejor a su hijo. Otra vez tuvo que levantarse a recoger el mayor premio que se le puede dar a un actor. Cuando tuve la oportunidad de verla por primera vez -en el Studio 54 con la obra "110 in the shade"- no tardé ni un minuto en comprender la razón de su éxito. Al entonar su primer tema en este precioso musical, Love don´t turn away, se me cayeron dos lágrimas de la emoción que aún sigo sientiendo. Y no solo por ella, sino por Lizzie, la solterona que espera el amor que no acaba de llegar y está a punto de tirar la toalla. La dulzura y la aflicción que expresa trasciende a una "buena interpretación" al uso. Una actriz de piel -negra y bella- de voz y de entrañas. Sin trucos, con toda la verdad que se puede dar mientras se finge.
Y ahora es Bess. La amada de Porgy, la más vulnerable, desvalida, patética y sublime Bess de cuantas lo han sido. En esta versión del clásico de los Gershwin -mucho más cerca del teatro y más lejos de la ópera- despliega todo su potencial, toda su fuerza y también su flaqueza. Su mirada suena aún más que su valiente voz de soprano, y sus lágrimas inundan el Richard Rogers Theatre (las nuestras también ¿o no?).
Uno de los varios discos que ha grabado -y que recomiendo encarecidamente- se titula Happy Songs. Y no se me ocurre mejor manera de llamar al puñado de preciosas canciones populares que trae, a pesar de que algunas cuentan historias nada felices. Felicidad, ese es el sentimiento que me ha producido oir y ver a esta mujer superlativa. Y por eso lo comparto hoy con vosotros.
Así como comparto la felicidad de haber cumplido un añito disfrutando -y haciendo disfrutar, espero- de las historias, las letras y las músicas que por aquí han pasado. Parece un tópico, pero sin vuestra compañía y vuestro apoyo no habríamos cumplido ni dos semanas. Así que Happy Birthday... y Happy Songs!  

     








jueves, 12 de enero de 2012

TKTS





Give my regards to Broadway  (nine days in New York)

En el centro de Times Square -que es a su vez el centro de Nueva York y del mundo mundial- hay una estatua de un señor que mucha gente no conoce. Se llama George M. Cohan, y por su lado transitan al día miles de personas sin ni siquiera reparar en su presencia. Entregado actor, bailarín, compositor, productor teatral... un enamorado de su profesión hasta los tuétanos. Entre otras muchas, le pertenece una pegadiza canción que es también su declaración de amor por esta ciudad y este ajetreado barrio. "Cuando esté lejos de allí... dale recuerdos a Broadway..."
Lejos ya del bullicio del Theatre District, con los pies destrozados, los bolsillos vacíos y el corazón rebosante, mis amigos -y fieles seguidores- y yo, os hacemos una pequeña crónica de lo que han sido nueve intensos días en el cielo de los amantes del género. Os contaríamos muchas cosas más, pero aquí venimos a hablar de musicales ¿ok?
Las señoras primero:

¿Cómo empezar a describir la experiencia neoyorquina? ¡Qué difícil…con los maravillosos espectáculos que hemos visto! Podría empezar con la inmensa emoción que me produjo ver “Follies”, un show soberbio,  con la estrella rutilante de Cole Porter y Sutton Foster en “Anything goes”, con el show íntimo y sincero de Mandy Pantikin y Patti LuPone, con la fuerza dramática de Audra McDonald y Norm Lewis en un maravilloso “Porgy and Bess” o con la energía colorista  de “How to succeed…” y “On a clear day” pero, como os podéis imaginar, mi crónica está dedicada al más grande de todos…HUGH JACKMAN.
¿Qué puedo decir de este hombre? Yo subí las escaleras como una sonámbula, sin ser consciente de lo que me rodeaba, muy nerviosa delante del telón rojo, y apareció cantando “Oh what a beautiful morning” que hizo brillar a todo el teatro. ¡Es una estrella! Transmite una cantidad de energía, confianza, sin ninguna arrogancia, con tanto encanto que te lo llevarías a tu casa envuelto en papel de regalo. Ha sido un show lleno de emociones, especial, muy íntimo…quizás por ser el último día. Ha dedicado la canción “The way you look tonight” a su mujer y el “Soliloquy” de Carousel a su padre, y ha llenado el escenario bailando e interactuando con el público. ¡¡Brillante!!
El segundo acto fue para enmarcarlo, con las canciones de “The boy from Oz”, con un homenaje a los musicales de la Metro, “Guys and Dolls”, “Singing on the rain”, “An american in Paris”, “Easter Parade” y “Sing, sing, sing”, con un montaje precioso y unas coreografías maravillosas…bailando con las chicas de una manera deliciosa. ¡Soberbio! Terminó con un enérgico “Mack the knife” levantando al público de sus asientos. Al final, para despedirse, nos cantó como regalo el “Once before I go”, la joya final del musical “The boy from Oz” y nos sonrió, nos aceptó los aplausos y los chillidos y se despidió dejándonos con la boca abierta, sin poder articular palabras, sintiéndonos importantes por el simple hecho de estar allí.
¡Yo creo que terminé con fiebre! ¡¡MARAVILLOSO!!
Fdo: Conso

Nervios, frío, colas del TKTS, los cinco sentidos a flor de piel para absorber todo lo que estaba viendo... y al final del día un musical maravilloso. Esa es la crónica que mejor podría resumir mi primera incursión en la gran manzana, aunque en este caso se vio remarcada por el magnífico remake del musical de Cole Porter “Anything goes”. 
Con una producción cuidadísima, unas coreografías espectaculares, unos actores de infarto y después de todos ella, la única y la irremplazable Sutton Foster, ganadora de dos premios Tonys, pieza clave de la producción y estrella indiscutible del show. La trama del musical es un poco de Lina Morgan, sin sentido ni orden, pero muy apropiada para pasar dos horas y media sin que te des cuenta. La orquestación fue buenísima, con una agilidad y una precisión dignas de la mejor sinfónica. Pero lo mejor de todo el espectáculo, es el número musical de aproximadamente doce o quince minutos de claqué, con todo el cuerpo de baile perfectamente coreografiado, que te dejan pegado al asiento, sin habla ni respiración, no como la Foster, que baila y canta sin inmutarse, sin perder ni un tono ni el aliento, que parecía que estaba tumbada tan tranquila, y llevaba quince minutos dando zapatazos... 
También merece una mención especial el Sondheim Theatre, edificio antiguo remodelado y rebautizado en honor de Stephen Sondheim con motivo de su ochenta cumpleaños. Un teatro moderno, funcional, con una visibilidad magnífica desde la orchestra, y lo más importante de todo... subterráneo!
Fdo: Fernando

Nueva York,  años 60.  Un joven limpiacristales, apuesto y ambicioso, se topa con un libro: Cómo triunfar sin dar golpe.  Siguiendo sus indicaciones al pie de la letra, consigue entrar en una gran compañía, la World  Wide Wicket Company, donde va escalando puestos realmente sin dar golpe y empujado hacia lo más alto a base de casualidades y muy buena suerte. Este es básicamente el argumento de una comedia musical deliciosa que tuvo su estreno en Broadway en 1961, llevándose al año siguiente 7 de los 8 Tony’s a los que fue nominada. En 1967 se hizo una película con el mismo título, que desde aquí os recomiendo, coreografiada por Bob Fosse y en 1995, un revival protagonizado por Matthew Broderick.  En la versión actual el papel protagonista, que se inició con Daniel Radcliffe-Harry Potter, ha sido retomado por Darren Criss, uno de los retoños del fenómeno Glee, convertido de la noche a la mañana en ídolo de quinceañeras (y no sólo).  Una puesta en escena muy cuidada a base de módulos hexagonales iluminados de tamaño algo superior a una persona, que se encajan de múltiples maneras sugiriendo los distintos espacios en que se desarrolla la historia, un vestuario de la América sesentera , un colorido en escenarios, iluminación y vestuario que recrean perfectamente la época  y unos números musicales magníficamente interpretados, llenos de energía y vitalidad, y con la herencia Fosse en cada uno de los movimientos, consiguieron que disfrutáramos al máximo. Números a destacar: Coffee break (que no está en la película), A secretary is not a toy, I believe in you y Brotherhood of men; en cada uno de ellos el despliegue interpretativo y coreográfico, así como las imaginativas puestas en escena son especialmente espectaculares. Igualmente destacable la participación como jefe de la compañía del veterano actor Beau Bridges. El público entregado con todos ellos, pero sobre todo las niñatas -y no tan niñatas- con Darren Criss, al que sólo le bastaba hacer un movimiento especial de cadera, para que se pudiera oír en cien metros a la redonda del teatro el griterío.  Entre los espectadores se encontraba Jane Lynch, la profesora Sue Silvester de Glee, que recibió una gran ovación al entrar en el patio de butacas al inicio del segundo acto.
Está claro que en Broadway el espectáculo siempre está garantizado, y no solo encima del escenario. 
Fdo: Juan

Os dejamos con una pequeña muestra de lo que hemos visto. Ojalá hubiérais podido estar allí. Tal vez la próxima vez ¿no?