Santa Evita
Una santa, una mártir, una estrella, una bruja...una mujer.
A menudo los musicales nos ofrecen tramas inventadas o imaginadas, sacadas del argumento de una película de éxito o de la inspiración de un autor. Pero son muchas las veces en que la realidad pura y dura se cuela en las páginas de los libretos. La Historia, con mayúsculas y los que la hicieron.
Desde Jesucristo hasta Hítler, pasando por Juana de Arco, Mozart, el Che Guevara, Pipino el Breve o Carlomagno, todos han acabado pasando desde las páginas de gruesos libros y periódicos hasta las candilejas de un escenario. Y no solo los personajes, también los acontecimientos protagonizados por el ser humano. ¿Qué tienen en común Cabaret y Los Miserables? A primera vista parece que no mucho, pero ambas obras desarrollan intensas historias de personajes envueltos en la locura de su tiempo, supervivientes de unas circunstancias políticas y sociales que marcarán sus vidas para siempre. Bueno, también les une que las dos reventaron las taquillas en sus respectivos estrenos. ¿Por qué? Por la música, los espectaculares montajes... pero sobre todo por lo que cuentan. A veces la historia -y lo digo por experiencia propia- entra mucho mejor con un poco de música.
Eva Duarte. ¿Quién le habría dicho a esa muchacha de barrio (Los Toldos, Buenos Aires) que se convertiría en la protagonista de uno de los musicales más vistos de la historia? Bueno, también le habría sorprendido saber que llegaría a primera dama de su país. Tal vez le chocaría menos lo primero, ya que más que política o mandataria, lo que siempre quiso Evita fue ser actriz. Triunfar en Hollywood. ¿Y quien no?
No vamos a contar aquí su llegada a la gran ciudad, su rápida escalada hasta el poder -recorriendo camas antes de entrar en los despachos- o cómo se convirtió en mito, en la "gran esperanza rubia" que necesitaba un pueblo estancado y sin ilusiones. Cómo manejó a los políticos y sedujo a los modistos y joyeros, como fue su fulgurante ascenso y su aparatosa caída. Se supone que los mártires deben morir jóvenes ¿no? figura en su contrato.
De lo que sí vamos a hablar es de como, allá por los años cincuenta, este personaje mediático dio título a la novela de Mary Main "Evita, the woman with the whip" (Evita, la mujer del látigo), que veinte años después inspiró a Tim Rice a escribir un libreto para un musical que comprondría su colega Andrew Lloyd Webber.
Los autores estaban a punto de meterse en la producción de una obra musical sobre Peter Pan, cuando oyeron un serial de radio que les encendió la mecha del interés por esta extraordinaria mujer. Este programa, junto con telefilm llamado "Queen of hearts" consiguió que se plantearan en serio en la idea de hacer una "ópera rock" -como ya habían hecho años antes con la historia sagrada en Jesus Christ Superstar- basada en diversas fuentes documentales, pero sobre todo en el mito que revolucionó a su país y al mundo. La "Superstar" nacida de la nada y su supersónico viaje a la posteridad.
A Rice y Webber estuvieron a punto de matarles los fanáticos peronistas, pero también recibieron duras críticas -y amenazas- de los detractores de esta amiga de los fascistas. Pero por encima de todo, la auténtica guerra la protagonizaron las actrices. Todas querían ser Evita, y bueno, muchas lo fueron (desde Elaine Paige hasta Nacha Guevara, pasando por Faye Dunaway y Madonna en el cine y Paloma San Basilio en la producción española), pero la que consiguió llevarse el gato, o mejor dicho, la fiera a casa, fue una actriz de temperamento y voz endemoniadas, una de las pocas que podía atreverse a mirar cara a cara a este personaje. Nos referimos a Patti LuPone. Una chica de veinticinco años que acababa de empezar en el mundo del espectáculo y fue asaltada por una obra que casi la vuelve literalmente loca, que cambió su vida y la convirtió en estrella, en diva. En sus memorias cuenta que aún no sabe cómo sobrevivió a este show, a sus canciones -en una tesitura imposible que casi la deja muda- y al revuelo que produjo, para el que aún no estaba preparada. Pero la función se convirtió en un éxito apabulante y los autores y los actores (también Mandy Patinkin haciendo de un imposible Che narrador de la historia) ganaron todos los Tonys del año 1980 y el tema Don´t cry for me Argentina se convirtió en la canción más popular de la historia del teatro musical. Y no es de extrañar, Evita estaba detrás de todo este éxito y jamás habría permitido que la historia de su vida hubiera pasado inadvertida. Amada y odiada, admirada y denostada -profanada y canonizada - su memoria quedó para siempre escrita con letra y música.