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jueves, 24 de abril de 2014

TKTS




Primavera sobre Broadway

¿Sabes que hay una ciudad en la que puedes ver a Idina Menzel protagonizando un nuevo musical y a Sutton Foster actuando en un teatro cerca del que acoge el último estreno de Audra McDonald? ¿Sabes que en esa ciudad hay un barrio lleno de teatros en los que puedes encontrar a James Franco haciendo un Steinbeck, a Neil Patrick Harris como un rockero trans-glam, a Michelle Williams cantando Mein Herr o a Kelly O´Hara enseñando a un forastero los puentes de Madison? ¿Sabes que hay un pequeño local "off " en el que cada noche F. Murray Abraham canta por Kurt Weill?
La primavera, igual que al Corte Inglés, llega a Broadway y la esperada estación de los estrenos redecora la gran ciudad con vallas y marquesinas por doquier. La temporada de nominaciones y premios está a la vuelta de la esquina y todos luchan por comerse un trozo del suculento pastel del show business, por permanecer uno, dos, tres años en cartelera por lo menos, en un tiempo en el que ya no es tan fácil convertir los sueños de éxito en realidad.
A pesar de que la cosecha de 2013-14 sigue sin estar a la altura de cursos anteriores -en número y en calidad de estrenos así como en cifras de taquilla- no se puede negar que hay cosas interesantes, incluso muy interesantes por ver. A saber.
El St. James acaba de abrir sus puertas al primer musical basado en una película de Woody Allen. Bullets over Broadway, un título que estaba pidiendo a gritos el subtítulo "The Musical". La época, la trama, los enredos entre gangsters y coristas y las perfectas situaciones para numerazos coreografiados al viejo estilo de la mano de una experta en la materia, Mrs. Susan Stroman. La dirección y la coreografía corren a cargo de la responsable de éxitos como The Producers, The Music Man o Young Frankenstein. El libreto es del propio Allen y los decorados de Santo Loquasto, otro de los habituales en las comedias del autor (¿cuántas veces habremos visto su nombre con letras blancas sobre fondo negro en los créditos de las películas del director neoyorquino?). Y entre los protagonistas Zach Braff (Manhattan Murder Mistery, Garden State, Oz) como el atormentado autor teatral que se ve obligado a venderse a un mafioso sin escrúpulos y la maravillosa Marin Mazzie en el papel que le valió un oscar a Dianne Wiest, la diva Helen Sinclair ¿te acuerdas? la que siempre tapaba la boca del autor repitiendo compulsivamente dont´t speak, don´t speak!
Por todo ello, Bullets over Broadway podría ser el gran smash de la temporada, pero precisamente por lo mismo es fácil que se convierta en un flop en toda regla. Y es que últimamente los críticos son especialmente duros con los productos que se mueven en el registro clásico, las grandes producciones, grandes coreografías, grandes decorados etc. están en el blanco de sus afilados dardos. Esta semana han salido las nominaciones de los Outer Critics Circle y para sorpresa de muchos no figura entre las seleccionadas. El tiempo lo dirá.
De un nuevo clásico nos vamos al reciente estreno de una obra nueva, contemporánea, actual como If/Then. Idina Menzel protagoniza este musical dramático con libreto de Brian Yorkey y score de Tom Kitt (ganadores del Pulitzer por Next to Normal) que trata sobre una cuarentona que busca comenzar una nueva vida en Nueva York disociando su personaje según los azares del destino en plan "qué habría pasado si...?"  Algo parecido a La Vida en un Hilo de Edgard Neville pero completamente distinto, en fin, if... then... el título nos habla de las veces en que un simple detalle puede cambiar nuestra vida por completo. Una historia sobre el destino y sus caprichos aderezada con el vozarrón de esta mujer de acero que nos robó el corazón con su Elphaba pero que se ha hecho mucho de rogar antes de volverse a calzar la protagonista de una obra nueva. Promete premios y honores varios.
Basado más en el best seller de James Waller que en la película de Eastwood, The Bridges of Madison County se convierte en un musical de corte romántico con partitura de Jason Robert Brown (Parade, The last five years) y liderado por la genial Kelly O´Hara como la esposa abnegada enamorada hasta las trancas de un fotógrafo del National Geographic con el rostro de Steven Pasquale (Six feet under). Superar la película de Streep no es difícil, es imposible, pero si nos conseguimos abstraer de las comparaciones igual...
De lo que no hay duda es de que este es el año de la consagración definitiva de Neil Patrick Harris. Con Hedwig and the angry inch nuestro presentador de los Tonys (no de los próximos, que se los cede a Hugh Jackman para regocijo de muchos y muchas...) da el paso definitivo hacia el top ten de los leading men de Broadway. Se nos hace muy difícil pensar en otro ganador de premios en la próxima terna; un musical rockero, transgresor, con prota travestido, cómico y dramático hasta el desgarro... No hay otro, ni lo dudes, este año de "host" pasará a "honored" o mucho me estoy equivocando.
El estreno del nuevo producto de la casa Disney (y van...) Aladdin ha sido uno de los acontecimientos principales del pasado marzo. Basado en la película de la factoría y con música de Ashman y Menken  que han ampliado la nómina de canciones como es habitual, Aladdin llega en un momento en el que según mi humilde opinión tienes que echar mucha carne en el asador para poder impresionar a un público algo cansado de supermontajes y dificilillo de impresionar. Si en Miss Saigón lo consiguieron con un helicóptero y Mary Poppins sobrevoló las cabezas de niños y padres boquiabiertos, ya veremos cual es el efecto que produce la alfombra voladora sobre las butacas del New Amsterdan Theatre, por cierto el mismo local que el de la niñera del paraguas. La inversión en multimillonaria, a ver los resultados, porque la Disney no se anda con chiquitas, o rompes taquillas como The Lion King o apaga la marquesina y vámonos.
Menos presión hay con un montaje sencillo y minimalista como el revival de Lady Day at Emerson´s Bar & Grill, o la atormentada vida de Billie Holiday en diez canciones más o menos. Este one woman show que se estrenó en Off Broadway hace como treinta años regresa ahora de la mano de una de las grandes. Personalmente creo que Audra McDonald tendría que interpretar obligatoriamente todas las protagonistas de color -y no de color- de la historia del musical, de manera que en el futuro nos esperarían -después de la Bess de Porgy o la Sarah de Ragtime- Carmen Jones, St. Louis Woman, House of Flowers... lo barato que sale soñar!
Para acabar pronto, porque hablar de teatro en Nueva York es empezar y no acabar (no porque yo hable mucho, no por dios) dejadme al menos mencionar otros estrenos más o menos interesantes de la temporada que comienza. Dejando a un lado a Rocky, o no tan a un lado porque ha recibido críticas bastante mejores de las esperadas, tenemos en la palestra el revival de un musical también off de los años noventa que ahora se cuela en el distrito principal, Violet, interpretado por la simpar Sutton Foster. Solo por asistir al esperado regreso de la Foster al teatro (tras la fallida serie Bunheads) merece la pena tragarse el dramón que promete la historia de una chica desfigurada que viaja a la otra punta del país para curar sus heridas de dentro y de fuera. Jeanine Tesori es la autora de la partitura, y si ésta se encuentra lejanamente a la altura de la genial Thoroughly Modern Millie (también por la Foster, by the way) hay que ir a verla sí o sí. La mala noticia es que al igual que Lady Day, nuestra Violet también se marcha de vacaciones para no volver el 10 de Agosto, casualidad. Así que id haciendo planes porque lo que está claro es que hay que aprovechar los escasos tres meses en que coincidirán en cartel piezas y estrellas del nivel al que nos referimos.
Pero no os preocupéis si no llegáis a tiempo, que siempre nos quedarán Chicago, Jersey Boys o Wicked, que igual que Miss Liberty prometen permanecer firmes en su sitio. Así como dos hijos pródigos que también regresan esta primavera a la ciudad, Les Miserables y Cabaret, el de Sam Mendes del Studio 54 con una Sally Bowles llamada Michelle Williams y el mejor MC que ha parido B´way después de Joel Grey, Mr. Allan Cumming. ¿Apetece volver a verla? Naturalmente que sí. Como siempre apetece desembarcar aunque sea por un solo día (que sea un miércoles o un sábado y así tienes para matiné y noche) y trotar por la ciudad que nunca duerme cantando a voz en grito "New York, New Yoooork"...               
Esto me recuerda que en octubre se estrenará uno de los musicales más emblemáticos de la historia: On the Town, y perdona, pero por Bernstein sí que merece la pena vender las pocas alhajas que nos queden y volver, en este caso, a pasear las calles de un otoño sobre Broadway.
Pero esa será otra historia!    
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 


jueves, 3 de abril de 2014

What´s about?



It´s about God!

Cuando comienzan a salir flores de los naranjos de mi ciudad, cuando su olor sacude el aire y los recuerdos de mi infancia, cuando una vez más compruebo que se renueva el ciclo de la vida, que todo renace y muere y muere y renace... pienso en dios. En el mismo que inventó este aire, el que inventó el agua que nos sacia y el sol que nos calienta. El dios -o la energía esa o como lo quieras llamar- que hace que crezcan las cosas cuando creemos que ya están muertas. Ese que inspira a los hombres tocándolos con su varita mágica y los pone a hacer grandes cosas de vez en cuando.
El que empujó a George Gershwin a componer Porgy and Bess, el que puso a Cole Porter a escribir los versos de Kiss me Kate, el que movía los pies de Bob Fosse ensayando un "soft shoe", quien ayudó a George y Steve a terminar aquel maldito sombrero, el mismo que sopló a Richard y Oscar una canción tan hermosa como If I loved you...
Mayo de 1971. Un pequeño teatro del circuito off Broadway levanta su telón -bueno, creo que no tenían telón, como la mayoría de los teatros del off-B´way- para mostrar una obra que se había presentado un año antes en la Carnegie Mellon University de Pensilvania como una tesis de fin de curso. La idea de montar un show basado en una serie de parábolas bíblicas -mayormente del evangelio según San Mateo- sorprendió a unos, ofendió a otros, pero por encima de todo suscitó un interés que hizo que pronto se trasladara al club neoyorkino de teatro experimental "La MaMa" y se convirtiera en la sensación del show business alternativo.
Un productor llamado Edgard Lansbury (¿os suena el apellido? sí, hermano de nuestra querida Angela) fue a husmear ese show tan moderno y transgresor del que todos hablaban y lo vio claro, Godspell debía convertirse en un musical "como Dios manda", nunca mejor dicho. Tal vez le animó el reciente estreno de una de las piezas clave del teatro musical contemporáneo, un éxito como Jesús Christ Superstar de alguna manera ayudaba al gran público a asimilar un bocado como este. Estaba claro que la Biblia aún vendía.
Así, lo primero que hizo -además de adquirir los derechos y contratar al autor del libreto John-Michael Tebelak- fue buscar a alguien que compusiera nuevas canciones para la obra, ya que las originales no estaban demasiado pulidas, y así fue como el material cayó en manos del que todos consideran padre de esta criatura, el gran Stephen Schwartz.
El creador de Pippin y Wicked respetó la estructura de la trama -o la no trama- original en la que las canciones ilustrarían una serie de episodios de las sagradas escrituras subrayando su enseñanza, acentuando su comicidad o dramatismo y sacando de su contexto las situaciones originales. Meter a Juan el Bautista, Judas, Lázaro o al mismísimo hijo pródigo en una especie de circo psicodélico tomado por una banda de hippies no parecía tan simple en un principio, aunque pasados los años resulta algo de lo más natural. ¿Se te ocurre mejor manera de explicar la palabra de Dios? 
Un grupo de filósofos -desde Sócrates a Nietzsche pasando por Santo Tomás de Aquino- divagan sobre el origen y la razón de ser del hombre en un vertiginoso prólogo titulado Tower of Babble, por cierto suprimido en muchas versiones por resultar demasiado intelectual para un público más familiar. Igual que Cristo pidió a unos cuantos pescadores, a un recaudador de impuestos o incluso a un ladrón que cogieran una cruz y le siguieran, aquí son reclutados algunos ejecutivos estresados, embaucadores, amas de casa o prostitutas de lujo para ir a "preparar el camino al Señor". Y al sonido del shofar el Bautista los llama a seguir a un profeta maquillado con coloretes de payaso y una "S" de Supermán en el pecho, y nos invita al respetable a una fiesta en toda regla, con vino y mucha música rockera. Eran los 70, y al fin y al cabo el "make love, not war" fue creación de un tal Jesús, ¿o no?
Pero la fiesta se acaba cuando de las parábolas pasamos a la pasión pura y dura. Pasión, muerte y resurrección contadas con fuerza y delicadeza, cuidando no ofender a los más ortodoxos -cosa que no siempre se logró- pero sin perder el sentido catártico de este litúrgico "happening".  
La función se estrenó oficialmente en Londres en 1971 para continuar en Toronto al año siguiente, pero la llegada a Broadway se hizo esperar hasta 1976, tal vez por miedo a apostar por algo que venía del circuito off, pero el éxito de los montajes internacionales animó finalmente a los productores y el Broadhurst Theatre acabó abriendo sus puertas a un espectáculo que se transfirió posteriormente al Plymouth y después al Ambassador. Todo un éxito que no acabó ahí. No existe una universidad o un High School en los que no se montara esta función, y no solo en Estados Unidos, ¿quién no ha asistido alguna vez a alguna representación de aficionados en su colegio?
La película dirigida por David Greene, producida por el mismo Lansbury y protagonizada por un jovencísimo Victor Garber en 1973, también impulsó la popularidad del musical, y algunas de sus canciones se colaron en las listas de éxitos de principios de los 70. Day by day es una de ellas, tal vez la que más fama consiguió gracias a las versiones de Andy Williams o Judy Collins.
Hasta 2011 no se volvió a reestrenar en Broadway, y esta vez lo hizo en un pequeño teatro circular llamado Circle in the Square siendo reconcebido, ampliado, actualizado y supervisado por el propio Schwartz el cual participó de forma activa en las excelentes orquestaciones de las canciones, un trabajo que logró dar vida nueva a ese puñado de piezas extraordinarias entre las que se incluyen ya clásicos como Save the people, All for the best, Light of the world, By my side...
Y yo estuve allí, sentado en las gradas de ese local tan alternativo, a escasos metros de la banda y rodeado de los actores que no dejaban de deambular entre las butacas, implicándonos en la historia y contagiándonos la emoción de las palabras -las de Dios- y la música, la de Schwartz. Y fue una de esas raras veces -o no tan raras- en las que pese a los desengaños y los sinsabores de la vida adulta, a pesar de tener la mente atrapada en asuntos materiales, en el trabajo, el dinero, las obligaciones... volví a pensar en Dios. Igual es que me acordé de ese niño que una vez se emocionó viendo Godspell en su colegio, tanto que intentó montar él mismo la función. Ese niño que desde pequeño soñaba con ser productor...