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lunes, 25 de abril de 2016

Qué fue primero?




El blues de la Sra. Celie


Blues (blu: z) nm.  Estilo musical nacido en el sur de Estados Unidos a fines del siglo XIX como derivación de las canciones de los esclavos negros de las plantaciones y que se caracteriza por su aire melancólico y sus letras sobre los problemas personales o sociales. 

Puede ser la película más bonita que he visto en mi vida. Y mira que he visto algunas, pero esa es la sensación que recuerdo haber tenido cuando, allá por el año 86, salí con los ojos hinchados del Palacio de la Música. Qué cine aquel, inmenso, fastuoso, ahora creo que está abandonado, a la espera de que los políticos dejen que se convierta en otra tienda de ropa barata en la Gran Vía.

Antes de ser otra cosa, The Color Purple fue una novela epistolar de la escritora afroamericana Alice Walker. Una pequeña novela que ganó el Premio Pulitzer en 1983, a pesar de hablar de perdedores, de desheredados de la sociedad americana de los años veinte, de mujeres machacadas por la mala fortuna, y por los hombres. A pesar de dejar en tan mal lugar al hombre de color americano, y a pesar de todas las críticas que tuvo que encajar por ello, la novela se convirtió en un éxito. Aún tocando, aunque de puntillas y con cuidado, el espinoso tema del feminismo y el lesbianismo -y del racismo naturalmente- en los duros años de la depresión.

Esta novelita de no más de doscientas páginas cayó pronto en manos de un músico llamado Quincy Jones y en su cabeza comenzaron a sonar ritmos y melodías. Empezó a ver una película entre sus páginas y a soñar con su banda sonora. Y como tenía dinero de sobra para ponerse a ello (no olvidemos que fue el primer afroamericano en convertirse en productor musical de las grandes estrellas del momento), se puso en contacto con gente que tenía más experiencia que él en el negocio. El guionista Menno Meyjes esbozó un borrador que fue aprobado por la autora no sin un buen número de observaciones y reticencias. Y entonces llegó Spielberg, y la controversia creció ya que ésta iba a ser su primera incursión en un género ajeno al de aventuras o ciencia ficción, lo que creó una cierta inseguridad entre los inversores y la madre de la novela. ¿El director de Tiburón, ET y En busca del arca perdida al mando de un dramón generacional de tal envergadura? Y encima blanco y judío, en medio un equipo casi por entero de raza negra.

Pero por otra parte, lucir el apellido Spielberg en el póster garantizaba una audiencia que tal vez otros cineastas jamás habrían conseguido. Así que finalmente se pusieron manos a la obra en un lugar perdido en las llanuras de Carolina del Norte, donde está filmada la mayor parte de la acción. Y luego vino el casting, otro aspecto que revela la enorme valentía del proyecto. Una epopeya de tres horas (a pesar de lo breve de la fuente original), con un reparto casi exclusivamente de color y encima sin actores demasiado populares, porque la hoy mega estrella Woopi Goldberg aún era una perfecta desconocida. Junto a ella estarían Margaret Avery (la divina Shug Avery), una aún ignorada Oprah Winfrey (mucho antes de convertirse en la mujer negra más famosa de América) y Danny Glover, uno de los mejores actores de color de su generación pero que hasta que no empuñó sus "armas letales" no se hizo realmente célebre. Y es que era el actor perfecto para encarnar al acomplejado y violento "Mister", que es como su adolescente esposa lo conocía mucho antes de saber su verdadero nombre, Mr. Albert Johnson.

La película se estrenó en medio de un aluvión de polémicas (que si en el fondo era racista por la visión que ofrecía de la familia negra tradicional, que si era demasiado lacrimógena o demasiado cruda, que si la autora no estaba contenta con el resultado final...), pero el público la adoró desde el principio. Y tuvo nada menos que 11 nominaciones a los oscars aunque al final pasara a la historia por no llevarse ninguno, cosa que aún no podemos entender, porque ¿había aquel año mejor interpretación que la de la Goldberg? ¿Mejor montaje que el de Michael Kahn? ¿Mejor fotografía que la de Allen Daviau? ¿Mejores actrices secundarias que Oprah o Avery? Y sobre todo y por encima de todo ¿mejor banda sonora que la del padre del proyecto Quincy Jones? ¿O es que no perdonaron a Spielberg que por primera vez en su carrera no hubiera contado con John Williams?

Ese fue en un principio mi recelo cuando me enteré de que El Color Púrpura se iba a llevar a los escenarios, que no fueran a contar ni con un solo tema de la partitura original. Porque -y lo digo sin la pasión que puede encender el momento- según mi criterio de melómano y cinéfilo, la música de Jones puede ser una de las más hermosas que se han escrito jamás para una película.

En 2005 se estrenó en el Broadway Theatre la adaptación del filme ahora con partitura de Brenda Russell, Allee Willis y Stephen Bray, en un cuidado y original concepto escénico dirigido por Gary Griffin que tuve el privilegio de ver en persona. A pesar de no haber sentido ni de lejos la emoción que produjo en mí la película (tal vez por el paso del tiempo más que otra cosa), me pareció uno de los montajes más impecables y profesionales que que visto en Broadway. Y si hablamos de los intérpretes... El cast original lo encabezaba la cantante y actriz LaChance, genial como la sufridora Celie, aunque yo lo vi cuando ya la había reemplazado la no menos electrizante Fantasia, ganadora del programa  American Idol, un buen reclamo para mantener el éxito de un show que estuvo respaldado en la producción por el propio Quincy Jones junto con Oprah Winfrey y Scott Sanders. Y puedo decir que pocas veces he visto un público más enfervorizado que el de aquella noche.

Hace unos meses que ha vuelto a la programación de la gran manzana, y por la puerta grande. La historia de esta heroína negra, fea, pobre y mujer -como le grita su esposo y carcelero cuando decide seguir adelante sin él- por desgracia nunca ha perdido vigencia, porque en el mundo -negro, blanco o amarillo- no dejan de nacer Celies condenadas a soportar la humillación y el desprecio de los que se creen superiores. Y se está repitiendo el éxito que tuvo el original, o incluso superando, tal vez por tener en el reparto a una de las mejores voces que existen hoy día, la de Jennifer Hudson, como la explosiva Shug Avery, a la que acompañan Cynthia Erivo como Celie y Danielle Brooks como la impetuosa Sofia. John Doyle, el director de los últimos y más arriesgados Sondheims (Company, Sweeney Todd) está al mando del nuevo montaje que arrasa en el Bernard B. Jabobs Theatre de Broadway, el cual dejará en breve la genial Hudson para ser sucedida por otra voz de oro del panorama actual, Heather Headley (Aida, Do, Re, Mi, The Bodyguard). Buena excusa para cruzar el charco y dar rienda suelta a las emociones -y a las lágrimas- ante esta historia de desamparo, superación y amor con mayúsculas contada a golpe de jazz, ragtime, gospel y, claro, de blues. Uno de los más hermosos que se han compuesto jamás.

Sister, you´ve been on my mind...