The impossible dream
No me digas que nunca has tenido un sueño imposible. Una tontería, una quimera, un anhelo que sabes inalcanzable. ¿Cada día? Cuidado no te pase como a aquel viejo caballero, soñó tanto que llegó a creerse sus propias fantasías, a vivir dentro de ellas.
Además de para hacer dinero -mucho dinero a veces- el teatro musical fue inventado para hacernos soñar. Para abandonar durante un rato nuestra realidad y cruzar esa pared invisible -la nº 4- tras la que todo se transforma. Para eso mismo fueron inventadas las canciones, para perdernos en una tierra de nadie durante poco más de tres minutos y regresar como nuevos, o no regresar nunca del todo. Pero eso solo lo consiguen las realmente buenas, igual que la poesía o la pintura, llaves que pueden abrir las puertas de la imaginación de par en par. Cuando sucede este milagro, no tenemos más remedio que pedir más, que suene otra vez, por favor, ponla otra vez...
A pocos se les habría ocurrido montar un show nada más y nada menos que sobre El Quijote. ¿La obra más valorada de la literatura universal convertida en musical? La verdad es que hay que tener agallas. Pero en mitad de los años sesenta todavía había muchas de esas agallas en Broadway. Colette, Twain, Dickens, Voltaire, Hugo, Bernard Shaw... todos han sido llevados -a veces por los pelos- al maravilloso y peligroso mundo de las candilejas. A Shakespeare le hicieron moverse a ritmo de jazz entre pandilleros de barrio y T.S. Elliot llenó los escenarios de gatos bailarines durante décadas, pero ¿hincarle el diente a Cervantes? Sí, hace falta valor.
Man of La Mancha surgió de un telefilme llamado I, Don Quixote, escrito por Dale Wasserman sobre una dramatización no musical del famoso relato. El punto de partida era el momento en que Cervantes ingresa en la Cárcel Real de Sevilla acusado de quedarse con dinero público cuando trabajaba como recaudador de impuestos. Aunque nunca se llegó a demostrar que lo hiciera, lo que sí parece que hizo durante su cautiverio fue fraguar la novela más grande jamás escrita. Y ahí es donde arranca el musical, en el momento en que el autor toma contacto con la sordidez de la prisión, cuando cree que finalmente ha tocado fondo, cuando la decadencia que le rodea le lleva a refugiarse en los recovecos de su imaginación.
El elemento más importante del argumento -que también constituye la pulpa del libro- es la dicotomía entre realidad y ficción, los sueños de grandeza, la heroicidad de un pasado glorioso en contraste con la miseria y la vulgaridad que reinaba en las calles de una España en franco declive. Y el protagonista como un reflejo de todo ello. Cervantes y Alonso Quijano, dos en uno, en lucha con sus propios demonios convertidos en gigantes, monstruos que en realidad no eran más que simples molinos de viento.
La partitura fue escrita por Mitch Leigh con letras de su habitual colaborador Joe Darion. Y se puede decir que nunca volvieron a estar tan inspirados como cuando, allá por el año 1965, crearon este racimo de bellísimos temas. Pero entre todos ellos brilló desde el principio una balada única, un himno chapado con un cincuenta por ciento de esperanza y otro cincuenta de melancolía.
The Impossible dream (The Quest). Aldonza encuentra a Don Quijote en el patio de la hostería dispuesto a velar sus armas durante toda la noche. Ella no lo entiende, igual que no puede comprender que la adore y la trate como una dama siendo en realidad una vulgar prostituta. Todos se burlan de ese lunático estrafalario que confunde la bacía de un barbero con un yelmo dorado. Aunque algunos empiezan a contagiarse de su locura y escuchan sus explicaciones sobre el verdadero sentido de su misión en la tierra. Y así, del modo más dulce, y ante la incrédula y triste mirada de su amada, comienza a sonar la melodía.
La forma en la que estas palabras y esta música nos llevan lentamente, en un suave crescendo hasta la apoteosis final, describe un noble sentimiento pero también una irremediable sensación de fracaso. El héroe y el perdedor, más o menos lo que todos llevamos dentro.
Muy lejos del fracaso de las hazañas de su protagonista, Man of La Mancha -contra todo pronóstico- fue un éxito rotundo en su época. Más de 2000 representaciones, cinco Tonys, mejor musical del año, adaptación al cine con Peter O´Toole y Sofia Loren... nada que ver con el espíritu de pérdida del personaje. Y El sueño imposible, como se llamó aquí, fue un auténtico hit desde el mismo instante del estreno. Jacques Brel, Elvis Presley, Frank Sinatra, Andy Williams, Cher, Maria Bethania... todos lo incorporaron a su repertorio. Fue la melodía de alguna que otra campaña electoral americana (el "yes we can" de Robert Kennedy), naturalmente del partido demócrata, y ha sido traducida a múltiples lenguas.
Aunque la melodía nos pueda resultar algo manida, de tantas veces usada e interpretada, démonos un rato para apreciarla con calma, para leer sus palabras, dejarnos arrastrar por la honda melancolía de sus notas y sus versos. Igual nos dan ganas de coger el primer tomo de la ilustre novela y perdernos, como aquel caballero de triste figura, entre las hazañas, las locuras y los sueños imposibles.