A helluva town!
De izquierda a derecha: Leonard Bernstein, Jerome Robbins, Betty Comden y Adolph Green. Cuatro amigos reunidos junto a un piano improvisando melodías y letras. Inventando una ciudad que quedaría fijada de esa forma para siempre en el imaginario colectivo. New York, New York...
Para muchos, la verdadera fragua del teatro musical fue el Broadway de entre guerras. Las primeras grabaciones de musicales y la venta masiva de discos de shows comenzó en esta época. Desde Gershwin a Berlin, desde Kern a Cole Porter los autores no solo triunfaban en los escenarios sino en la radio y en los comercios. Aquellas canciones abandonaban su contexto dramático y se convertían en temas de enorme popularidad, los primeros "hit parades" de la historia. La gente necesitaba prolongar el disfrute de las funciones llevándoselas a casa o metiendo una moneda en los jukebox. Smoke gets in your eyes, Beguin the beguine, Where or when, You´re the top...
En plena Segunda Guerra Mundial el público americano manifestó un claro deseo de huir de las malas noticias. El mundo se estaba hundiendo alrededor pero la fiesta debía continuar, the show must go on!
A raíz de la gran aceptación de obras como Oklahoma, las nuevas producciones comenzaron a dar un lugar primordial a los argumentos y las historias sobre los temas o los números musicales. Rogers y Hammerstein se estaban convirtiendo en los reyes del showbusiness creando un tipo de espectáculo en el que las canciones estarían al servicio de la narración, empujándola y haciéndola avanzar, nunca interrumpiéndola. Dos años después del estreno de su primera obra juntos decidieron afrontar otro difícil reto, convertir un dramón del húngaro Ferenc Molnár llamado Liliom en un musical. Así nació Carousel, una de las cimas de su carrera y de la historia del teatro universal. El argumento de esta pieza no era cómodo ni agradable, ni desde luego tenía un final feliz. Una historia de amor amarga, incorrecta y cruel en la que se abordaba el maltrato, el abandono y el suicidio, y en la que los personajes principales tomaban decisiones que distaban mucho de la moral establecida. Sin embargo los autores fueron capaces de envolver la acidez de la trama con un libreto y una serie de temas que atrapan al público desde el comienzo -la obertura más hermosa jamás compuesta- y no lo sueltan hasta la apoteosis final, el conmovedor himno "You´ll never walk alone". Stephen Sondheim, pupilo de Oscar Hammerstein, contaba que cuando fue a su estreno siendo aún adolescente, hechó a perder con sus lágrimas un valioso abrigo de pieles de la esposa del famoso letrista que estaba sentada a su lado. Así que los dioses también lloran...
Tal vez animados por el extraordinario éxito que poco antes había tenido Oklahoma, un grupo de amigos se reunireron para idear un show, pero no al modo tradicional, uno diferente, innovador y atrevido. Con veintipocos años Lenny Bernstein inivitó a un par de compositores y un coreógrafo a su apartamento del Village y tras varias sesiones de charlas, risas -copas y cigarrillos, claro- y mucha música, empezaron a dar forma a una de las páginas clave de la historia del teatro musical. On the town fue lo que se comenzó a llamar un "musical integrado" en el que las canciones seguirían a la narración y no al revés. Los gags tampoco estarían aislados del desarrollo dramático del producto, como solía ocurrir antes, sino que constituirían un todo, una amalgama unida también a las coreografías, que ahora no solo tratarían de adornar la función sino de apoyar al contenido global de la misma.
Otro elemento renovador de esta propuesta eran los propios personajes. En la alocada aventura de tres marineros que desembarcan un día en Nueva York se cruzan personas normales, incluso vulgares. Aquí no hay héroes y heroinas, tampoco bellezas sublimes e inalcanzables, solo gente corriente con ganas de diversión, evasión, un poco de sexo y tal vez amor. En contraste, la partitura de Bernstein le daba un matiz sinfónico elevando este show a la tribuna de las composiciones clásicas, sin dejar atrás los ritmos jazzísticos y sincopados del momento. Más difícil todavía, y aparentemente tan sencillo...
La imagen que esta obra ofrecía de la mujer de su tiempo era totalmente revolucionaria. ¿Cuándo habríamos visto a una chica taxista tratando de llevarse a un ingenuo marinero a su casa? (Come up to my place). ¿Cuándo habríamos oído una canción en la que una mujer hiciera gala de "sus otras habilidades" además de su buena mano en la cocina? (I can cook too). Definitivamente algo estaba cambiando en la sociedad americana de los años cuarenta, y el musical de Broadway no podía quedarse atrás, tenía que reflejarlo.
On the town nos habla de un tiempo en que la gente aprendía a vivir al día, exprimiendo cada minuto que el azar les regalaba sin perder de vista la provisionalidad de todo. ¿Un día en Nueva York? La metáfora estaba servida ¿qué harías si solo tuvieras un día más de vida? La guerra se prolongaba y las estaciones seguían llenándose de despedidas, de incertidumbre. Lástima que no pudimos estar más tiempo juntos, que nos quedaron tantas cosas por hacer... es lo que cuenta Some other time, la balada que casi al final del show deja una puerta abierta a lo que pueda traer el futuro. Ya lo haremos más adelante, o tal vez no.
Pero los teatros seguían llenándose cada noche cuando las entradas más caras rozaban los veinte dólares, toda una fortuna. A los soldados se les dejaba entrar gratis -iniciativa que comenzó con Oklahoma, por cierto- como una forma de agradecer su sacrificio y para que marcharan al frente con un buen recuerdo de su patria, a las trincheras con una bonita canción en su memoria. Oh what a beautiful morning, Bewitched, Speak low... para algunos las últimas notas que dieron color a sus breves existencias.
Nosotros, por el momento, preferimos quedarnos con la imagen de esos tres marineros hambrientos de experiencia y sedientos de todo lo demás, dispuestos a comerse el mundo y a recorrer de punta a cabo ese "demonio de ciudad" en un solo día. The Bronx is up but the Battery´s down...New York New York... it´s a hell of a town!