Summertime
And the livin´is easy. Fácil... ¡que se lo digan a algunos! Pero eso es lo que cantamos a los niños para que se duerman, para que no tengan pesadillas y sueñen con una vida sin problemas en la que los peces saltan, el algodón crece alto, sus padres son ricos y sus madres hermosas.
George Gershwin compuso esta nana inspirándose en los espirituales que cantaban los negros en las plantaciones, donde la vida era de todo menos fácil. Como ya lo hizo años antes Jerome Kern cuando escribió Ol´man river (Show Boat), pequeñas canciones que se han convertido en himnos de la supervivencia, de la resistencia ante las penurias de la pobreza y la esclavitud.
Porgy era un minusválido y Bess una fulana, según la novela de DuBose. Ambos vivían en una miserable aldea de pescadores en Charleston. Camaroneros, jugadores de poca monta, desempleados, borrachos, algún que otro traficante, madres de familia buscando algo de comida para sus retoños, prostitutas y cocainómanos. No había mucho más por allí. Y de vez en cuando algún huracán amenazando con borrar de una vez toda esa mugre del mapa.
Pero Gershwin decide arrancar la acción con una obertura grandiosa, como si de una historia de dioses o príncipes se tratara. Y es que para el autor los paisanos de Catfish Row eran como egipcios o filisteos, esclavos de la antigüedad guiados por caminos tortuosos hasta una mítica tierra prometida. Así comienza esta peculiar ópera contemporánea, cientos de violines desatados como el tornado que se cierne sobre las cabezas de esos pobres desgraciados.
Y entonces aparece una muchacha acunando a su bebé. Ignora todo cuanto va a ocurrir -nada bueno por cierto- y comienza a tararear una suave melodía, una sensual tonada que quiere poner una venda de seda ante el fango de la realidad. Es verano, la vida es bella, todo transcurre en armonía, nada malo va a pasar... Creo poder afirmar que en toda la historia de la ópera no ha habido una en la que aparezca un aria tan pronto, a pocos minutos de alzarse la batuta, e igualmente afirmo, como espectador, que el efecto que produce es inolvidable. La ternura como preludio de la tragedia, la calma antecediendo a la tormenta.
Summertime se convirtió en un éxito incluso antes que la obra a la que pertenece. Desde su estreno en 1935 han sido cientos de cantantes los que han versionado esta inocente canción de cuna que no mucho después se convirtió en uno de los standards más populares de nuestra era. Billie Holliday, Artie Shaw, Tommy Dorsey, Ella Fitzgerald, Bessie Smith, Chet Baker, Nina Simone, Stan Getz, Miles Davis, Frank Sinatra, John Coltrane, Paul McCartney, Charlie Parker, Janis Joplin, Amalia Rodrigues, Caetano Veloso, Lila Downs, Marilyn Manson, Peter Gabriel, Diana Krall... ¿sigo?
Todos rendidos ante la extraña ternura de esta melodía, una de las menos ambiciosas y al mismo tiempo de las más universales de su autor.
La primera en versionarla fue Abbie Mitchell acompañada por el propio Gershwin al piano, pero la que la hizo tan famosa como hoy es fue Billie Holliday, sin duda. La vulnerabilidad de su voz imprimía al tema el sentimiento que requería, la sensación de que todo es pasajero, efímero como una canción que comienza a rasgar su final desde el principio. Como la corta vida de la añorada "Lady Day", nada fácil por cierto. Y es que aunque forma parte de una ópera y está escrita para ser interpretada por una soprano, esta nana suena mucho mejor cuando sale de una voz medio rota como la suya, una voz que parece haber vivido todas esas miserias y privaciones al desgranar lentamente, casi con pereza, esta letra y esta música.
DuBose Heyward, su esposa Dorothy e Ira Gershwin fueron los artífices de los versos de la obra, George Gershwin puso la música. Como también puso todas sus esperanzas en entrar a formar parte de ese selecto grupo de compositores clásicos contemporáneos, ayudado por esta joya rara que muchos no supieron entender en su momento. Él murió sin saber que lo había logrado, nosotros sí lo sabemos.
Para el autor la vida tampoco fue fácil. Para nosotros lo es un poquito más gracias a la inestimable compañía de sus canciones. Y esta en particular nos habla sobre el verano, la estación del año en la que por fin nos vamos de vacaciones con la ingenua esperanza de que no acaben nunca, pero acaban y pronto. Será más fácil disfrutarlas sin pensar en su final, como los paisanos de Catfish Row, preparando un picnic sin sospechar que en cualquier momento un viento salvaje acabaría de un plumazo con la fiesta.
Pero no quiero aguar la fiesta que se avecina. Solo quería regalaros esta balada estival con mi deseo de que este verano la vida transcurra así de fácil. Los peces saltando, el algodón creciendo, sin ningún ruido que perturbe el sopor de la siesta, con mamá y papá velando nuestro sueño.
Felices vacaciones a todos. hasta la temporada que viene, si dios quiere.