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martes, 9 de junio de 2015

TKTS





June is bustin´out all over (Tonys 2015)


La noche del domingo pasado no fue una noche más. Era el primer domingo de junio, y ya sabemos que igual que el carnaval, el corpus, la pascua o acción de gracias, aunque no tengan un día fijo en el calendario, siempre acaban llegando para recordarnos que ha pasado otro año más.
Los Tonys también, puntualmente, convirtiendo éste en el mes sagrado del teatro musical, como las fiestas dionisíacas que emborrachaban a los griegos al acabar la siega. En Broadway se celebra el fin de la recolección enfilando la primavera, y se premia a los mejores frutos de la temporada reconociendo el duro trabajo de sembrar espectáculo año tras año.

¿A los mejores? Eso parece discutible, porque cada año son muchos los que se quedan atrás injustamente, y este año ha habido grandes olvidados en la gran bacanal que es la fiesta del teatro. Finding Neverland, Doctor Zhivago, Gigi, It shoulda been you, Side Show, The last ship... son un ejemplo de ello. Grandes apuestas de un año fértil como no lo había desde hacía tiempo que han sido prácticamente ignorados en las principales categorías. Y eso suena a injusticia, al igual que haber ignorado a Glenn Close (A delicate balance), Hugh Jackman (The River), Roger Rees (The Visit), Tyne Daly (It shoulda been you) o Howard McGillin (Gigi). Además de otros muchos.

Así es la vida, y así son los Tonys, y los Oscars, y los Emmys... Un selecto grupo de elegidos se pegan un atracón de teatro en dos o tres meses y se apresuran a emitir su voto, influenciados sin duda por lo que marca la biblia del showbusiness de pedigrí, osea, la crítica del New York Times. Lo que el público aplaude no siempre importa tanto, porque han sido muchos los espectáculos que han tenido una gloriosa carrera independientemente de las críticas y los premios, pero por lo general éstos son dos requisitos obligados de permanencia o no en cartelera.

En la terna de este año, tanto críticos como votantes -peña de cerca de 900 actores, productores, coreógrafos, autores, músicos, etc. designados por el American Theatre Wing, The Broadway League y varias asociaciones teatrales más- han coincidido en premiar dos obras jóvenes y frescas, dos productos que afirman que el teatro americano sigue vivito y coleando. En la categoría de teatro de texto: The curious incident of the dog in the night-time, y como musical Fun Home. Y parecen haber sido decisiones unánimes.

Fun Home se ha sabido montar sobre los lomos de obras tan sólidas como An american in Paris, The Visit Something Rotten. ¿Por qué? Vete a saber, pero la pieza escrita por Lisa Kron y Janinne Tesori sobre las memorias de Alison Bechdel, hija del dueño de una funeraria (de ahí el "Fun" del título) gay como su padre -aunque éste no lo reconozca- tiene toda la miga y también la originalidad que se puede desear a estas alturas. El primer musical de la historia con protagonista lesbiana... ya solo por eso suma puntos en las votaciones, que no estamos diciendo que no lo merezca, por muy potentes que fueran sus contrincantes.
Fun Home ganó al romanticismo con mayúsculas de la emblemática película de Gershwin llevada al teatro por vez primera, un paseo por lo mejor de su música con baile a la orilla del Sena.
Fun Home ganó a la última pieza de uno de los equipos más importantes de la historia del musical, John Kander y Fred Ebb, estrenada en Broadway mucho después de su creación. Y con Chita Rivera como "visitante" de excepción.
Fun Home ganó al éxito sorpresa de la temporada Something Rotten (Algo podrido), a pesar de contar la divertidísima historia de los dos hermanos que inventaron el teatro musical, y no nos referimos a George e Ira Gershwin, sino a dos autores de finales del XVI que locos por conseguir un éxito teatral descubren cómo mejora todo cuando sus personajes se ponen a cantar y bailar. ¡Y que tiemble El Bardo!

En fin, vamos a suponer que el éxito del primer musical con lesbiana reivindicativa -hiperpolíticamente correcto- y con un score más que interesante (firmado por la autora de Caroline or Change y Thoroughly modern Millie) de verdad se mereció el brillante disco giratorio al mejor nuevo musical. Habrá que verlo y cuanto antes.

Los revivals de este año solo eran tres y no cuatro como siempre. No me preguntes por qué, ya que algunas producciones tan interesantes como Side Show o tan fastuosas como Gigi se han quedado fuera del paraíso. Tanto los marineros saltarines de On the town como los extravagantes pasajeros de On the 20th Century han caído batidos ante la institutriz inglesa y el rey siamés. The king and I se llevó el premio tal vez por su fiel y correcta puesta en escena, y porque, nos guste o no, Rodgers y Hammerstein siguen revolcando a los Bernstein y a los Coleman que en el mundo han sido.

Precisamente de este show sale la ganadora del Tony a mejor actriz de musical de la temporada, por fin la deliciosa Kelly O´Hara y tras cinco decepciones anteriores logró llevarse el trofeo a casa. Nos alegra que era una de las pocas divas que aún no tenía el premio en su repisa, aparte de que parece como si este personaje hubiera sido escrito para ella y nadie más (con permiso de Gertude Lawrence, Angela Lansbury, Donna Murphy o la mismísima Elaine Stritch). El mejor actor sí que tenía Tony, el genial barbero de Fleet Street Mr. Michael Cerveris, haciendo del complejo padre reprimido de Fun Home. Cerveris, otro de los grandes, y una de las mejores voces que suenan en los locales del Great White Way.

Podríamos seguir y seguir comentando un poco de todo. los otros premios, las obras de texto y sus protas, las mejores anécdotas y los mejores momentos de la ceremonia -con unos geniales, divertidos, canallas Kristin Chenoweeth y Alan Cumming-, los modelitos de los/las asistentes etc. Pero no os asustéis que va a ser que no, que lo mejor que podemos hacer ahora es dejar ya de leer y deleitarnos con algunos de los magníficos números musicales que, un junio más, convirtieron la gala del Radio City Music Hall en la mejor fiesta del año. No te quepa duda.