Something great is coming!
Okay by me in America, everything free in America, for a small fee in America...
Imagínate la escena. El Wallgreens Drugstore de la Calle 42 con Times Square. Una mañana cualquiera de 1956. Bullicio de clientes pidiendo donuts o bagels y camareras de uniforme rellenando tazas de café. En el jukebox un tema de Perry Como, y en aquella mesa del fondo -una de esas tipo "diner americano", de las que están ancladas a la pared- dos amigos comen su sandwich de bacon, lechuga y tomate mientras hablan de teatro. Aún no saben que están a punto de hacer algo grande en el mundo del espectáculo.
A través del escaparate se adivinan los pósters de Bells are ringing, Candide, The most happy fella o My fair lady (este último en tamaño gigante), que empapelan una ciudad cada vez más cargada de arte y de polución. Se acaban los años cincuenta en un país pletórico de éxito que lava su ropa sucia a base de diversión para todos los públicos, que derrite la escarcha de la Guerra Fría al calor de un millón de focos encendidos. Los que cada noche -y un par de matinés a la semana- iluminan los rostros de Ray Walston, Rex Harrison, Gwen Verdon, Don Ameche, Pearl Bailey, Judy Holliday o Julie Andrews. ¿No es mal reparto para un buen show verdad?
El musical americano gozaba de una salud de acero y del favor de una audiencia entregada que demandaba argumentos cada vez más variados y complejos. Ya no se conformarían fácilmente con historias insustanciales al servicio de melodías pegadizas y bailes efectistas, no, ahora los autores tendrían que emplearse a fondo en ofrecer propuestas más genuinas a un público que iba adquiriendo más nivel intelectual.
A finales de los años cincuenta se experimentó una renovación temática en el teatro musical que no hacía sino anticipar la revolución que llegaría con la siguiente década. Los planteamientos, la estética, la música y hasta la forma de cantar y actuar evolucionaban hacia algo diferente, algo que empezaba a cambiar al ritmo del cambio social que estaba a punto de llegar. Something great is coming!
Los dos tipos del bar eran un joven ayudante de escena y un letrista que también quería ser músico. Harold Prince y Stephen Sondheim discutiendo sobre el enfoque que iban a darle a una nueva obra basada en Romeo y Julieta y que parecía estar a punto de caerse con todo el equipo. Un equipo formado por Arthur Laurents, Leonard Bernstein y Jerome Robbins, que por mucho prestigio que ya pudieran tener no estaban libres de errar en el que sería uno de los proyectos más novedosos del género hasta la fecha.
La original idea partió de éste último casi una década antes, cuando tras salir de una función del clásico de Shakespeare no paraba de visualizar a Montescos y Capuletos bailando a ritmo de jazz. Pero ahora no se trataría de dos nobles familias veronesas enfrentadas desde siglos, sino de una joven judía ortodoxa enamorada del hijo de unos católicos irlandeses -y antisemitas, para más inri- en el Nueva York contemporáneo. Ahí es nada.
Por distintas razones -casi todas cercanas a la dichosa corrección política- se optó por suavizar el conflicto cambiándolo por el de dos bandas callejeras -los Jets y los Sharks- y el amor imposible entre el rubio caucasiano de toda la vida y la bonita inmigrante puertorriqueña, Tony y María (el más bello sonido que jamás oí). Con el cambio se perdía algo de intensidad dramática, claro, pero se ganaba la mejor fusión entre ritmos latinos y norteamericanos jamás vista sobre un escenario. Y a Robbins le compensó la cantidad de posibilidades coreográficas que la mezcla traería consigo.
West Side Story (un acierto desde el propio título) no fue un éxito instantáneo, no. Le sucedió como a las grandes obras de arte de la historia, casi siempre comprendidas mucho después de su creación. Y es que nunca antes se había hecho algo así en Broadway, una especie de ópera en clave de mambo y swing en la que la música y el baile arrastran la acción de un modo vertiginoso hasta el trágico final. Un argumento cargado de crítica social, lleno de prejuicios y violencia que no dice nada demasiado alentador sobre el paisanaje norteamericano de aquel momento... Ya hemos dicho que a fines de los cincuenta hubo cierta renovación, pero no tanta en realidad.
La crítica y el público se reservaron de encumbrar o hundir este show durante las primeras semanas en cartel, tiempo en el que otra propuesta mucho más complaciente se fue ganando el aplauso unánime del espectador medio, The Music Man. El enérgico y optimista espectáculo de Meredith Wilson se estrenaba solo tres meses después de la obra maestra de Bernstein y consiguió eclipsarla llevándose los principales premios de la temporada. Curioso que cuando años más tarde los dos shows se llevaron al cine, The Music Man de Morton Da Costa pasó sin pena ni gloria mientras que la superproducción de Robert Wise se convirtió en una de las películas más populares de todos los tiempos. Ironías del destino, pero ni el tirón de Robert Preston (el mismo Music Man de Broadway) ni el de una imprescindible Shirley Jones lograron salvar una cinta del cajón del olvido mientras que West Side Story -Amor sin barreras en Sudamérica- aún sigue poniendo los vellos de punta de quienes la ven.
El principiante Stephen Sondheim tuvo que sentirse abrumado al tener que poner letra a la partitura de quien se considera el Beethoven del teatro musical americano, un Bernstein que acababa de estrenar ese mismo año la opereta sobre el Cándido de Voltaire. Un autor consagrado e intocable que pone su confianza en alguien aún inexperto para hilar de forma sutil y magistral el verso y las notas en un trenzado perfecto que marcará un antes y un después en la música popular americana, y en el teatro claro. Un hito incontestable también en la perfecta conjunción entre la historia, las canciones y las coreografías, una filigrana firmada por Jerome Robbins que ha logrado fijarse de manera indeleble a nuestra memoria sensitiva. Calles desiertas de Nueva York, canchas de baloncesto tomadas por un puñado de niñatos que chasquean sus dedos a ritmo de jazz, cuerpos jóvenes que empiezan a desplegarse conforme la música emerge...
Sin saberlo, aquellos dos amigos tomando café y sandwiches en el Wallgreens de la 42, charlando de teatro, arte, negocios o política, dibujando planes abstractos en un futuro incierto, rascando en el fondo de sus bolsillos para ver si juntaban para la propina de la camarera... sin ni siquiera imaginarlo en el más atrevido de sus sueños, estaban haciendo historia. Bueno, Historia, escrito así, con mayúscula.
Gracias por hacernos volar al Broadway de los años cincuenta y entrar en el país como tanto inmigrante de la historia, que para mi demanda a gritos una nueva puesta en escena que la ponga a la altura de la excelente partitura que tiene y que hasta ahora en teatro brilló por la música, mientras que una versión moderna como la que hizo el Lincoln Center con "South Pacific", la haría más espectacular de lo que ya es de por sí, como luce en la espectacular película.
ResponderEliminarGracias a ti por hacer uso de esta mi humilde compañía aérea! jejeje Qué sería de nosotros si nuestra imaginación? La que nos permite volar a donde queramos sin necesidad de facturar equipaje!!
EliminarAunque en tu caso, amigo Paco, no creo ni que te haga falta la imaginación, porque estás todo el día volando!! jajajaja Ahora de vuelta en London Town no? Qué suerte tienen algunos! Pues disfruta y sabe que aquí quedamos unos cuantos pobres proletarios deseosos de que compartas tus experiencias con nosotros!
Y sí, estaría muy bien una nueva versión a lo grande de WSS, como las que suele poner en marcha el Lincoln Center! No me la perdería x nada del mundo!!
Que síii, que me retraso un poco esta semana por culpa de un evento que se me ha cruzao en el camino!! Y es que la celebración del 50 aniversario del estreno en pantallas de The Sound of Music me obligó a salir corriendo con lo puesto de casa y dejar todas las faenas sin acabar!! jajaja
ResponderEliminarPero la ocasión, como dice mi amigo Ismael, lo merecía y mucho, porque volver a ver Sonrisas y lágrimas en pantalla grande (y con ese colorido y ese sonido en perfecto estado de revista) nos llevó durante algo menos de tres horas al reino del que a veces creemos haber sido expulsados. El de nuestra infancia, de nuestros recuerdos, de la felicidad en estado puro, aquella a la que no le poníamos nombre, la que nunca acababa. La que nunca se veía amenazada por nadie ni nada. El reino en el que Re es un selvático animal.
Disculpen la tardanza en reaparecer, pero las montañas y las abadías austriacas se han interpuesto entre nosotros. No se volverá a repetir.
O sí, porque en dos semanas reestrenan, agárrate, Hello Dolly!! Jajajaja Will be so nice to have you back where you belong…
Esta semana volamos juntos a los años 56-57 en nuestra entrega número 11 de la Historia de Broawday (vamos, a tomar apuntes!!). Y los vídeos que cuelgo son de tres musicales estrenados entre estos años. The Music Man, Candide y West Side Story. Qué verdad que nunca fue mal año por mucho trigo!!
ResponderEliminarComenzamos con una actuación de la primera Maria de cuantas hubo y habrá. Carol Lawrence nos hace un medley en el que incluye el tema de West Side Story que da a título a nuestra entrada. Era The Bell Telephone Hour, un mítico programa de televisión a principios de los sesenta.
Seguimos con la bella y solterona bibliotecaria Marian Paroo de The Music Man. En este caso en la piel de Rebecca Luker, por cierto la misma que vimos una amiga –de la que ya casi ni recuerdo su nombre- y yo haciendo este papel en el último revival del fantástico musical. Goodnight my someone, una de las perlas de este collar de temazos inolvidables.
Seguimos con Candide, la opereta que Bernstein estrenó justo antes de WSS. Esta es una versión concierto de la New York Philarmonic de 2014 con Kristin Chenoweeth y Patti LuPone dirigida por Lonny Price. Imprescindible por demás. La canción en cuestión es “The best of all posible worlds”.
Y acabamos como no podía ser de otra forma con los highlights de la última –y bilingüe-producción de Broadway de West Side Story (2009). Y yo estuve allí. Con esa misma amiga de la que sigo sin recordar el nombre (qué mala es la edad!). En el Palace, nada menos. Mira que la han criticado por muchas razones, y tal vez no sin motivos- pero a mí me hizo tocar el cielo en aquella butaca a no muchos kilómetros del West Side.
De verdad sigo alucinando con la facilidad que tienes para llevarnos de la mano a épocas y ambientes desconocidos por los menos para mi.
ResponderEliminarGracias por seguir ahí y por tu buen hacer de siempre
Pues gracias de todo corazón seas quien seas! Seguir aquí es fácil para mí porque es un buen sitio en el que estar. A pesar de que algunas veces uno piense que está completamente solo!! jajajaja
EliminarPero luego voy y me doy cuenta de que no, y además, no importa, siempre que haga uno lo que de verdad le haga disfrutar.
Un abrazo anómino/a!!
Hola
ResponderEliminarEsta es una de mis obras de música favoritas, incluyo cualquier música. La fusión de ritmos latinos con jazz que ahora nos parece tan natural no lo era en absoluto en los cincuenta y aún sigue siendo fresquísima. Por no hablar de la coreografía. La peli no me termina de entusiasmar, básicamente porque el protagonista masculino siempre me pareció un blandengue y porque no me gusta que la actrices que no cantan las doblen (¿por qué sólo lo hacen con mujeres?).En cambio los secundarios eran lujazo: Rita Moreno,Russ Tamblyn, George Chakiris....
Si sé que ibas a ir a Sound of Music te habría mandado a las niñas.... Me alegro de que disfrutaras
¿De verdad no te entusiasma la película? Yo solo por ese prólogo coreografiado por Robbins ya la adoro!
EliminarBien es verdad que Richard Beymer no acaba de enganchar, y que la preciosa Natalie Wood no canta ni en la ducha, por lo que la doblaron. Por cierto ¿sabías que el papel de Tony pudo hacerlo Elvis Presley? Sin embargo lo rechazó -de lo que después se tuvo que arrepentir- y también Warren Beatty se presentó al casting pero no fije elegido.
No me dio tiempo casi ni de vestirme para salir corriendo a The Sound... pero desde ya te digo, os digo a todos, que el 4 de junio, día del Corpus Christy para más señas, dan HELLO DOLLY! en los cines. Así que no decid que no os avisé!!
Cuando West Side Story (la película) se estrenó en Ceuta, yo tenía 8 años (1964), y por aquellos tiempos, tanto en casa como en la puerta del cine, se respetaba a rajatabla lo del "Para mayores de 18 años". Mi padre, gran melómano, salió tan admirado de la película que enseguida se compró el single (no el LP, no sé por qué), y durante un tiempo lo ponía una y otra vez, con lo que por el pasillo de la casa corrían los acordes de "María", "Esta noche", "Baile en el gimnasio" y "Una chica atractiva" (así, en castellano en el disco, que aún conservo). Y sin saber nada de inglés, ni del argumento (era muy pequeño aún para que mi padre me explicara nada), de forma puramente fonética, yo tarareaba los temas ("Tunai, tunai, etc.") a la par que sonaban. Y la música me enamoraba cada vez que la escuchaba. Hasta diez u once años después (aproximadamente) no pude ver la película (por entonces aún no existían los videos ni menos los DVD's). Fue ya en Granada (donde cursaba la carrera universitaria), en el cine homónimo, en pantalla gigantesca, pero en una versión reducida en algunos números (por ejemplo, el de "Gee, Officer Krupke!", que habían aligerado, imagino que para atraer a un público poco propenso a los musicales). Y tuvieron que transcurrir diez o quince años para que yo pudiera ver, ¡por fin!, la película completa (en un cine-club sevillano, a principios de los 90. ¡Y valió la pena la espera, la larga espera! (Por cierto, ¿cómo hubiera sido el resultado final si Elvis Presley hubiera interpretado el papel de Tony, como estaba previsto inicialmente?)
ResponderEliminarAngel, qué buen profesor eres. ¡Cuánto me gustan tus clases de Historia del Musical! (aunque a veces no haga los deberes)
Bueno bueno, con que me hagas los deberes así de bien de vez en cuando ya no te mando a septiembre!! jejeje
EliminarQué bien sabes contarnos tus recuerdos del "cinema paradiso" que todos atesoramos en nuestra memoria.
Mi padre también compró el disco, o tal vez fue mi hermano mayos, y me encantaba. Pero el que me enganchó a este musical fue, fíjate tú, el que salió en los 80 con Kiri Te Kanawa y José Carreras (y una genial Tatiana Troyanos como Anita). ¿Sabes cuál era mi tema favorito de eta versión? A boy like that, fíjate! Ese duelo de fieras operísticas me hizo flipar cuando era un chavalillo.
Justo le acabo de responder a Isa contándole lo de Elvis Presley. No sé, no lo veo demasiado en el papel, tal vez más por el físico, casi más cerca de los chicanos que de los yanquis!! jeje
Me he tropezado con un artículo muy interesante sobre el musical. Sobre cómo pudo no haberse estrenado nunca.
Yo, la verdad, no me imagino una vida sin WSS!!
http://www.abc.es/cultura/teatros/20130930/abci-west-side-story-musical-201309301316.html
Ay, qué bueno. Yo también descubrí WSS por un LP estupendo que había en mi casa, y también aprendí mucho inglés tratando de entender las canciones. Luego alcancé a verla en cine Imperial (jo jo,me acabo de echar años) en alguna reposición de las que se hacían antes. La versión de José Carreras estaba muy muy bien. Aver, Angel, la peli me gusta mucho, sobre todo las coreografías, como te digo, pero no termino de superar que la parte puramente dramática o interpretativa no esté a la altura. Este R. Beymer acabó vendiendo seguros o algo así ¿no? A mí el que me encanta es Russ Tamblyn, que sí que tiene una carrera.
EliminarHoy mientras leía un artículo sobre lo que envolvió a la creación de uno de los mejores musicales de la historia, me he desayunado un dónuts con café. Qué buen sabor de boca me ha dejado ..... el artículo digo... y como se me han puesto los dientes largos no he tenido más remedio que escuchar está maravillosa partitura de principio a fín.... ¡Gracias Ángel!...https://youtu.be/QjgmLc8EGCk...
ResponderEliminarWest Side Story OBC Symphonic
Luis RM
Pues ya me doy por satisfecho si esto te ha provocado repasar de punta a cabo esa partitura única que es WSS!!
EliminarDe lo que no sé si me alegro es de que te empuje a comer donuts!! jajajaja Bueno, uno de vez en cuando no está mal!!
Abrazos y gracias por el enlace!!
Que entrada más bien planteada, que versación más grande tiene encanto.
ResponderEliminarDespués de los agradecimientos, vienen los halagos por la calidad del texto, que dan unas ganas de salir a por diez o doce donuts y comertelos disfrutando de los vídeos que acompañan este texto. WSS es una de las películas de referencia cuando hablo del cine musical en mis clases, y con esta entrada se enriquecerá muchísimo más la próxima vez, aunque me habría encantado ver la versión judía ortodoxa - irlandés antisemita.
La versión musical la conozco y disfruto por una versión que el blogger me dejó, aunque él podrá decir mejor que yo quien canta.
Enhorabuena blogger una vez más.
Ante todo feliz aniversario del día de tu nacimiento!! jajajaja
EliminarQue en Stage Door no se cumple nada, se celebran efemérides de días, que los de años son más difíciles de recordar!!
Otro con los donuts!! No será que estáis utilizando mi texto vilmente para jincharos de bollería ordinaria???
A mí también me da mucha curiosidad la idea primitiva de Robbins, nada de bandas, un conflicto mucho más actual y candente, judíos contra cristianos, todos mu ortodoxos y mu pesaos!!
Algo que de alguna manera hizo Jerry Bock un poquito más tarde con El Violinista...
Un abrazo grande amigo, y que vivamos muuuuchos aniversarios más!!
Angel! No se si lo hayas visto o no pero encontre un puesto en NYC por el verano con una compania de teatro! No es Disney pero asi es la vida jaja. Entones si decidas visitar la ciudad este verano necesitamos reunirnos y ver un show! Ojala que toda este bien en la ciudad mas hermosa de España : Un abrazo! Sean
ResponderEliminarPues no sabes lo que me alegro Sean! Estás trabajando en el teatro en Nueeva York, no imoporta si estamos hablando de Broadway, Off Broadway, Off Off Off Broadway o lo que sea!! jejejeje
EliminarOjalá pueda ir este verano o lo antes posible, y desde luego te avisaré para que nos veamos!
Un abrazo a la ciudad más hermosa de América, y otro grande a ti! Y congratulations!!!